Turno doble en la informalidad

Turno doble en la informalidad

Vender maduro con queso ya no reporta bastantes ingresos. Cocinar bolones no es suficiente. Arreglar bicicletas tampoco. Los trabajadores informales han bajado un escalón más y ahora necesitan dos o tres trabajos para sostener sus ganancias.

Vender maduro con queso ya no reporta bastantes ingresos. Cocinar bolones no es suficiente. Arreglar bicicletas tampoco. Los trabajadores informales han bajado un escalón más y ahora necesitan dos o tres trabajos para sostener sus ganancias. El doble turno en la informalidad ha hecho que nuevos miembros de la familia se sumen para sostener la carga.

Las cifras dicen que casi 500.000 personas se han incorporado a la población económicamente activa, es decir, a los (de 12 años o más) que buscan o tienen trabajo. Lo curioso es que casi la mitad de ellos (221.696 personas) ya tenía edad de trabajar. Es decir, no son jóvenes que se incorporan al mercado laboral. Son jubiladas, pensionistas, amas de casa y estudiantes -según la definición del Instituto Nacional de Estadística de población económicamente inactiva- que hasta ahora contaban con ingresos suficientes para vivir de otros miembros de la familia. Pero llegó la crisis y lo que dicen las cifras lo cuentan también los informales.

Carlos Yagloa se cansó de depender de las cosechas y migró desde Riobamba a Guayaquil en busca de un empleo formal. Finalmente, convencido por su familia, accedió a ocuparse de la carretilla de su primo para vender maduro con queso y sal prieta en los alrededores de la ciudad. Ahora no está solo. Su mujer comparte la tarea con él los fines de semana durante el día y es parte de ese 2,9 % de aumento del empleo informal en marzo. Después, él la deja en plena labor y se va a conquistar la noche de la zona rosa de Guayaquil con la venta de cigarrillos.

Otros le han dado una vuelta de tuerca más a su oficio para distinguirse del resto. Manuel Lucas lleva 15 años arreglando bicicletas en la vía a la costa y también lo hace a domicilio. En la ciudadela Guangala, al sur de Guayaquil, un vendedor de bolones ha incorporado un stand de periódicos para multiplicar los dólares de la venta ambulante.

Mauro Toscanini, rector de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil, vincula el pluriempleo de los empleos informales a la limitación del mismo oficio. Es imposible aumentar la producción. “A pesar de que la actividad económica informal sea recurrente, tiende a favorecer al emprendedor solo al inicio, debido a su baja inversión y frecuentes ventas. Sin embargo, limita el crecimiento pues reduce su acceso al financiamiento y nuevos mercados”, analiza.

Tito Palma, exviceministro de Trabajo, asegura que ese deslizamiento tiene origen en el propio mercado, donde la incorporación de otro producto para la venta, o un nuevo miembro familiar al negocio e incluso ocupar más de un rol en el mercado laboral, alivianan la carga de ingresos por familia.

Lo que buscan es un ingreso extra. Y el que no se lanza a la informalidad o al pluriempleo, recurre a sus propios bienes para obtener liquidez. Por eso el cartel de ‘Se vende’ ha plagado las calles y, para algunos, es un sustituto temporal del ingreso laboral.