Trump: la estrategia para la paz en Medio Oriente

Con la retirada de las tropas estadounidenses del norte de Siria, el presidente Donald Trump envió una vez más señales de que su gobierno solo reconoce dos intereses nacionales en Medio Oriente: la contención de Irán y la seguridad de Israel. Hace poco EE. UU. envió más tropas a Arabia Saudita, principal adversario regional de Irán, y dijo más de una vez que presentará un plan para la paz entre Israel y los palestinos. Como una iniciativa de esa naturaleza puede influir en la campaña electoral de 2020 en EE. UU., Trump tendrá que decidir pronto si cumplirá su promesa tras la asunción de un nuevo gobierno israelí tras la elección parlamentaria del mes pasado en Israel. Trump encargó a su yerno, Jared Kushner, la elaboración de un plan de paz detallado. Aunque eso supone un desvío respecto de los esfuerzos diplomáticos previos de EE. UU., que siempre apuntaron a llevar a israelíes y palestinos a negociar por sí mismos un tratado de paz bajo sus auspicios, la nueva estrategia adoptada por Trump no es necesariamente mala idea, porque ambas partes parecen incapaces de avanzar solas. La Autoridad Palestina (rechazada en las urnas en Gaza en 2006, dirigida por líderes senescentes y aquejada de corrupción) perdió la legitimidad que necesita para hacer concesiones. Israel, por su parte, se corrió tanto a la derecha que ningún gobierno puede proponer a la Knesset un plan de paz aceptable para ambos lados. En teoría, un árbitro podría superar estos obstáculos. Además, es posible que los estrechos vínculos de Kushner con Israel sean, paradójicamente, una ayuda. La historia muestra que los vencedores en confrontaciones geopolíticas casi nunca renuncian voluntariamente a los frutos de la victoria. Israel, una superpotencia regional con economía posindustrial, armas nucleares y una alianza inquebrantable con EE. UU., tiene claramente medios para imponer su voluntad a un adversario palestino más débil. Ningún acuerdo de paz entre israelíes y palestinos puede ignorar este desequilibrio de poder. El plan de Kushner ya está listo. La propuesta de EE. UU. ofrecería a los palestinos un alto grado de autonomía en vez de un Estado pleno y mantendría la mayoría de los asentamientos israelíes en Cisjordania. Los palestinos tienen ante sí una elección entre un acuerdo insatisfactorio y un deterioro continuo (y pronto irreversible) de su situación. Tal vez concluyan que aceptar un acuerdo sería un buen primer paso. Al menos es lo que calcula Kushner. Ambas partes verán con alivio no tener que responder a presiones de Estados Unidos. Los palestinos temen que se les imponga casi un dictado israelí. Y los israelíes saben que Trump, que tiene una visión meramente transaccional de la diplomacia, espera recibir concesiones para un acuerdo de paz a cambio de su generosidad. Todo depende ahora de Trump, que prometió públicamente transmitir el plan de paz de su yerno a las dos partes. Cualquiera sea su decisión y gane quien gane la elección presidencial 2020 en EE. UU., una cosa es clara: Israel y los palestinos no son capaces de alcanzar un acuerdo de paz solos. Trump, al llevar una propuesta de acuerdo en vez de solo alentar a las partes a negociar puede que haya sentado un modelo para sus sucesores.

’Los palestinos temen que se les imponga casi un dictado israelí. Y los israelíes saben que Trump... espera recibir concesiones para un acuerdo de paz a cambio de su generosidad’.

Gérard Araud

Fue embajador de Francia en los Estados Unidos