Explicación. El agrónomo comparte sus conocimientos y productos con personas de escasos recursos.

Como testimonio de vida dona parte de sus ingresos

Hace 14 años la vida de Sidney Arcentales cambió de forma rotunda. Su esposa, Janeth, enfermó de cáncer. “Los médicos la habían desahuciado”, relata este ingeniero agrónomo, quien asegura haber “rescatado de la muerte” a su mujer, sanación que atribuye

Hace 14 años la vida de Sidney Arcentales cambió de forma rotunda. Su esposa, Janeth, enfermó de cáncer. “Los médicos la habían desahuciado”, relata este ingeniero agrónomo, quien asegura haber “rescatado de la muerte” a su mujer, sanación que atribuye primero a Dios y luego a la ingesta de una planta.

El hombre empezó a dar de beber a su esposa el extracto de la dulcamara, conocida popularmente por ser una planta de tipo medicinal.

La salud de la esposa de Sidney empezó “milagrosamente” a mejorar, tanto que con el tiempo resultó curada de dicha enfermedad catastrófica, asegura Arcentales.

Aquel episodio especial en su vida, además de hacerle ver el mundo de otra forma, motivó a Sidney a investigar a profundidad sobre las propiedades curativas de esta planta, pero también a compartir su experiencia con las demás personas y ayudar a salvar más vidas.

Así también empezaría la vida laboral de Sidney, quien con el pasar del tiempo logró instaurar su propia empresa denominada Dulcamare, la cual genera más de sesenta productos naturales derivados de esta planta y da empleo a decenas de ciudadanos.

Sidney obtiene la materia prima de sus cultivos cien por ciento orgánicos y libres de cualquier elemento químico, afirma.

Cada semana, el agrónomo recorre los cantones del Guayas y de las demás provincias del país, donde sus productos son muy apreciados. La semana anterior estuvo en Milagro, donde los testimonios eran muchos.

Arcentales se siente feliz y lleno de satisfacción al hacer de esto también una importante obra social. Aclara que su accionar no tiene nada que ver con política y que lo hace en agradecimiento a la oportunidad de vida que tuvo su esposa y los miles de personas que se han sanado. Es una forma de retribuir lo que ha recibido, asegura.

Por ello, de forma permanente, el treinta y tres por ciento de la producción de su empresa Dulcamare es donado, en su mayoría a niños con enfermedades catastróficas, muchos de los cuales han tenido una evolución satisfactoria en corto plazo. “Esa ha sido mi principal motivación, el ayudar a los demás” afirma Sidney.