Trabajo. El curador del proyecto, Juan Pablo Toral (camisa blanca), dialoga con los muralistas sobre las obras.

El teatro mundial plasmado en el arte urbano

Un grupo de artistas recrea en murales las obras clásicas que han sido llevadas a las tablas. Lo hacen poniendo un toque de la cultura ecuatoriana

Desde mayo, en Guayaquil se podrá disfrutar del teatro de una manera diferente. La Bota, un espacio dedicado al entretenimiento cultural, invitará a los asistentes a conocer las clásicas historias de la literatura universal, pero a través de murales.

El espacio va cambiando de rostro poco a poco. A escasos metros del ingreso, ya puede apreciarse una colorida imagen que recrea a Fausto, la famosa obra trágica de Goethe. Allí está resumida aquella historia que cuenta la vida de un hombre que vende su alma al diablo a cambio de adquirir conocimientos ilimitados.

Pero el que aparece en La Bota es un demonio distinto. “En esta parte del mural, al diablo lo he caracterizado como a los personajes de las Diabladas de Píllaro. Es una fusión para hacerlo más local”, cuenta Beto Villacís, el muralista encargado de esta obra realizada sobre louvers (persianas) metálicas.

Cerca de él está Federico Airaudo, quien da vida a unas paredes que juntan unos quince metros de arte. Su trabajo se centra en recrear la fila de la boletería del teatro, pero con parejas fuera de lo común. “Son animales con cuerpo de humano”, explica.

José Cueva es otro de los muralistas que destacan en esta creación, que busca romper esquemas. Él trabaja sobre los pilares, lo que no resulta una tarea fácil, pues debe resumir allí las historias y darle continuidad, para que cuando los visitantes den la vuelta a cada una de las columnas, puedan comprender de qué se trata la historia. Para resumir en un mural el contenido de las obras clásicas, ha debido leerlas.

“Estoy trabajando con blanco acrílico, como si fuera dibujo, porque quiero aprovechar la riqueza que tiene el material del pilar para que haya ese contraste y no pintarlo todo, porque sería algo común”, dice.

Lo que ellos están creando en La Bota es algo distinto, no solo porque se centra en un eje conductor que es el teatro sino porque los murales dejan de ser lo que tradicionalmente se ha visto, indica Juan Pablo Toral, gestor y curador del proyecto mientras hace un recorrido visual por el lugar.

“Tratamos de romper ese estereotipo de que un mural es una pared bidimensional enmarcada. Aquí trabajamos con paredes irregulares, con estructuras de cemento y de metal y con paredes de bloque. Esa es una de las partes atractivas de este trabajo, que no es una gran pared donde hay un gran mural”, resalta.

Uno de los objetivos principales de estos murales es que el espectador aprenda a leer visualmente las obras.

Este será un paso importante, pues al llenar el lugar de colorido y arte se permitirá potenciar su explanada en un espacio de entretenimiento cultural, no solo con la programación existente sino también con exposiciones y arte callejero, a los que el público podrá tener acceso de forma gratuita.

Así La Bota celebra sus dos años, que cumplirá en junio próximo, con un homenaje desde el talento local a quienes hicieron y hacen teatro.