El teatro de Bayreuth

Wagner, financiado por Luis II de Baviera, con la “modestia” que lo definía, construyó un teatro para presentar solo sus obras. Un teatro igualitario, sin palcos reales, inclinado, en forma de herradura como los teatros griegos. Fue construido de madera. De dura e incómoda madera son también las sillas del público y sin apoyabrazos. El respaldo es bajo y se clava sin misericordia en la espalda del espectador. Solo hay pasillos laterales, lo que obliga a acceder a la localidad desde los extremos del teatro. Para llegar al asiento 33 se tiene que obligar a levantarse a 32 personas. En Bayreuth, la costumbre es no sentarse hasta que ha llegado todo el mundo para no levantarse continuamente. La salida es igual de dificultosa, una vez sentado ya nadie se mueve. Eso es precisamente lo que Wagner quería: que la gente llegase a su butaca y permaneciese allí hasta el final del acto. Con este mismo objetivo, una vez que ha empezado la ópera, las siete puertas de ambos lados que dan acceso a la sala se cierran con llave.

Otra de las grandes novedades que Wagner impuso en su teatro fue que durante la ópera las luces de la sala se apagaran. Hoy es lo normal, pero en aquel momento no se hacía en ningún teatro. Así, ¡se acabó la vida social! Apagando las luces de la sala, el público no se distraía y solamente podía mirar hacia el escenario, que era lo que estaba iluminado. Aunque claro, con las luces apagadas el riesgo de que el público se durmiera era mucho mayor, y por eso el teatro tenía que ser incómodo.

Para evitar que la mirada del espectador pudiera perderse entre los músicos de la orquesta, Wagner introdujo otra innovación. Hasta entonces, la orquesta estaba situada al mismo nivel que las primeras butacas de platea. Wagner obliga a soterrar la orquesta casi del modo que hoy en día conocemos. Teniendo en cuenta que el sonido sube, la orquesta se oirá perfectamente, pero no se verá, porque tocará soterrada en un foso.

Ninguna distracción. Ninguna posibilidad de mirar a ninguna parte que no sea el escenario y contemplar y venerar la música del gran Wagner.