Indignación. Manifestantes gritan consignas contra la revelada esclavitud durante una protesta fuera de la embajada de Libia en Rabat, Marruecos.

Subastan migrantes en Libia

Futbolistas que juegan en Europa, mandatarios, intelectuales y artistas reaccionan ante el infierno que viven jóvenes africanos.

José Naranjo

El País / Especial para Expreso

Jóvenes africanos en ruta migratoria hacia Europa están siendo vendidos en subastas como esclavos, golpeados, secuestrados a cambio de rescate. Está pasando en Libia desde hace varios años. Organizaciones sociales y las propias víctimas lo habían denunciado una y otra vez, con escaso eco. Sin embargo, un vídeo difundido hace una semana por la cadena de noticias CNN en el que se explica cómo funciona este mercado de seres humanos ha generado una ola de indignación en África y también en el mundo.

De inmediato, los presidentes de África occidental, la región de origen de la mayor parte de los migrantes involucrados en este problema, han reaccionado con firmeza. El primero fue Mahamadou Issoufou (Níger), quien ha solicitado a la Corte Penal Internacional (CPI) que investigue y ha llamado a consultas a su embajador en Libia. Idéntica decisión ha tomado Roch Kaboré (Burkina Faso), a la vez que llamaba a las autoridades libias a actuar. El Gobierno senegalés ha exigido una investigación por lo que el presidente maliense, Ibrahim Boubacar Keita, denomina “una barbarie que interpela a la conciencia de toda la humanidad”.

Todos han solicitado a la Unión Europea, la Unión Africana y Naciones Unidas que intervengan de una vez.

Hasta el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, se ha declarado “horrorizado” y no descarta que se pueda perseguir a los autores de estos hechos por “crímenes contra la humanidad”. “La esclavitud no tiene hueco en nuestro mundo”, dijo Guterres el lunes pasado, “esto nos recuerda la necesidad de abordar los flujos migratorios de manera global y humana (...) y reforzar la cooperación internacional para reprimir a los pasadores y traficantes y para proteger los derechos de sus víctimas”.

El Gobierno libio de unidad nacional ha anunciado la apertura de una investigación.

La sociedad civil africana también ha alzado la voz de protesta. Los más mediáticos han sido los futbolistas que juegan en Europa encabezados por Geoffrey Kondogbia, jugador del Valencia de origen centroafricano, que el domingo pasado durante un partido contra el Espanyol lució una camiseta con la frase “Más allá del fútbol, no estoy en venta”.

También, desde Inglaterra, el franco-guineano Paul Pogba, estrella del inglés Manchester United, pedía en su perfil de la red social Twitter “que esta crueldad acabe”. Tanto Pogba como Cheick Doukouré, jugador del Levante, celebraron sus goles en un expresivo gesto uniendo sus antebrazos como si estuvieran encadenados.

En Twitter, las etiquetas #stopslavery o #StopEsclavageEnLibye están aglutinando los mensajes de una campaña que se ha ido orquestando aquí y allá y que lideran artistas, intelectuales y activistas que cargan contra Libia, pero también contra la Unión Europea a la que acusan de complicidad con el régimen de este país, “elegido como socio encargado de asegurar la frontera sur de Europa”, según un manifiesto que firman, entre otros, los cantantes Tiken Jah Fakoly, Salif Keita y Angelique Kidjo; el actor Omar Sy, el cyberactivista Cheik Fall, el escritor Alain Mabanckou o el tenista Yannick Noah.

“Señores presidentes, estamos estupefactos por vuestro silencio”, aseguró el conocido cantante de reggae Alpha Blondy hace unos días.

En tanto, unas mil personas salieron a las calles de París el sábado 18 bajo el lema “No a la esclavitud en Libia” mientras los países comienzan a adoptar medidas. Siguiendo el consejo de la Unión Africana, Costa de Marfil decidió repatriar a su país el pasado fin de semana a 155 migrantes que se encontraban retenidos en un centro de detención de Zouara, al oeste del país.

Los jóvenes, entre los que había 89 mujeres y varios menores de edad, llegaron el lunes 20 a Abiyán en un avión y se beneficiarán de los programas de ayuda financiados por la Unión Europea.

Desde el mes de abril, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) informaba de la existencia de “mercados de esclavos” en Libia. “Se convierten en mercancías para comprar, vender y tirar cuando ya no valen nada”, había comentado Leonard Doyle, portavoz del OIM en Ginebra.

“Hipocresía”, denuncia el senegalés Hamidou Anne, analista del grupo de reflexión África de las Ideas, ya que “aparte del simple ciudadano, todo el mundo sabía, los gobernantes, las organizaciones internacionales, los líderes políticos” la situación en Libia.

Esclavos en el mundo

La reciente revelación de ventas de migrantes africanos en Trípoli no es un caso aislado: más de 40 millones de personas en el mundo, una cuarta parte de los cuales menores de edad, viven en esclavitud, según un estudio divulgado en 2016.

La noción actual de esclavitud incluye el trabajo forzoso, que concierne a 25 millones de personas, y el matrimonio forzado, que afecta a algo más de 15 millones de personas.

Mujeres y niñas representan el 71 % de los esclavos, cerca de 29 millones de personas.

Pero estas cifras están muy por debajo de la realidad, advierten la Organización Mundial del Trabajo (OIT), la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y el grupo de defensa de derechos humanos Walk free Foundation, que realizaron conjuntamente el estudio.