Por esta sola vez
En el año 1997 después de la caída de Bucaram, el gobierno de Alarcón necesitaba “legitimarse” y convocó a consulta popular para que una Asamblea reformara la Constitución.
Bajo el amparo de una disposición transitoria de la entonces nueva Constitución, el Congreso Nacional, presidido por Heinz Moeller, al son de la frase “por esta sola vez”, nombró treinta y un nuevos jueces, creándose la Corte Suprema de Justicia que, meses después, tuvo por presidente a Héctor Romero Parducci.
En diciembre de 2006 el Congreso Nacional, presidido por Omar Quintana, cesó a la Corte Suprema de Justicia, presidida por Hugo Quintana. A los jueces los sacaron de sus despachos por la fuerza de la policía, a la orden de Lucio Gutiérrez y de su ministro Jaime Damerval. Así nació la Pichi Corte, que no pudo sostenerse porque la legalidad de su partida de nacimiento provocó manifestaciones contrarias.
Algunos de los exmagistrados expulsados en ese diciembre demandaron al Estado ecuatoriano y este fue condenado a reparar el daño causado por la violación a la Constitución, con el pago de una suma de dinero.
No sabemos si el Estado inició ya la acción de repetición contra los autores de ese rompimiento constitucional para que devuelvan el dinero pagado como reparación.
Recuerdo que la gente lucía feliz, pues había caído la llamada “corte socialcristiana”. Lo que no recuerdo es que la cooptación, mecanismo para que los magistrados se renueven con transparencia, se haya hecho conocer o socializar a través de universidades y medios, para que la gente tenga herramientas y exija una justicia libre de política a la hora de nombrar jueces. Quizás por ello aplaudió que tumbaran a esa corte. Como también aplaudió cuando Correa anunció que metería sus manos en la justicia.
Hoy nuevamente la gente luce feliz porque se cae el llamado “consejo-correísta” por un Consejo Transitorio. Ante la duda de que a este no le alcance la legalidad para cesar al Consejo de la Judicatura, el Poder Legislativo sale a su encuentro con un juicio político.
Quién sabe si habrá nuevos jueces; pasará el tiempo y vendrán otras “justicias”.
Mientras ello sucede me pregunto si por lo menos “por una sola vez” reflexionaremos sobre qué tipo de abogados preparamos para ser legisladores y jueces.