Socioeconomia de la droga

El negocio de la droga configura un vasto mercado en el cual, por el lado de la oferta, hay productores y carteles que son verdaderas corporaciones transnacionales del crimen organizado. Son estructuras que incluyen socios, jefes, directorios, gerentes financieros, contadores, departamentos de logística y transporte, de seguridad y control, industriales, proveedores, supervisores de ‘marketing’ y una vasta red de microtraficantes que se encuentran en la base de la pirámide. Es un negocio caracterizado por el uso indiscriminado del terror y la violencia; se apodera de gobiernos y países, viola la soberanía, corrompe todos los estratos del quehacer social, político y económico, y termina destruyendo la paz social atacando a los más pobres.

Ecuador es un espacio de tránsito y lavado de activos. La seguridad nacional fue vulnerada cuando el gobierno de Rafael Correa recibió recursos de las FARC. Producto de ese acuerdo, se dio paso a eventos que, en la visión retrospectiva, permitieron que el negocio de la droga se asentara en el país. El cierre del puesto de avanzada en Manta, el ingreso y establecimiento de grupos mafiosos y carteles mexicanos, la adquisición de radares y helicópteros inservibles, y la falta de una política pública de manejo del narcotráfico (que en ningún caso puede suplirse con una ley) son todos eslabones que facilitaron el posicionamiento del Ecuador como centro de acopio y logística del tráfico de drogas.

No hay mercado sin demanda, y en el caso de la droga, una actividad con un giro de negocio mayor que el de cualquier empresa en el mundo, la demanda está presente en todas las latitudes y estratos socioeconómicos, conquistando a los jóvenes e incluso a los niños para inducirlos al mundo de la dependencia. La estrategia de la “guerra contra la droga” basada exclusivamente en la represión eleva los márgenes de rentabilidad del negocio y es un fracaso. La permisividad tampoco es aceptable toda vez que no hay forma objetiva de distinguir entre traficante y consumidor, y la norma de los umbrales es arbitraria y ofensiva. El componente educativo e institucional es, en este enfoque, inexistente.

El negocio de las drogas debe ser enfrentado con inteligencia, Queda largo trecho por recorrer mientras el problema recrudece.