Hasta siempre, Jorge Vivanco
Jorge Vivanco Mendieta pasó a la inmortalidad. Fue un hombre en el amplio sentido de la palabra. Su ejemplo será imperecedero. Ejerció la difícil profesión de periodista con un acendrado concepto de lo que significan la honestidad, la lealtad, la autenticidad y, fundamentalmente, la lucha contra la corrupción. El país conoce de su incorruptibilidad. Sabe que en momento alguno hizo “de su pluma una cuchara”, así como tampoco utilizó las columnas de los diarios en los que valientemente escribió, para usar lenguaje protervo, mezquino, egoísta y lleno de odios o de complejos. Al inclinarnos reverentes ante su tumba recién abierta, ratificamos que Jorge Vivanco Mendieta cumplió con todos los cánones que la ética demanda para el ejercicio del periodismo. Ryszard Kapuscinski, periodista polaco integérrimo expresó que “la profesión de periodista es muy peligrosa y que quien decide hacer este trabajo y está dispuesto a dejar la piel en ello, con riesgo y sufrimiento, no puede ser un cínico”. El periodismo de Jorge Vivanco Mendieta es de esa estirpe. Su muerte deja un gran vacío, sobre todo en estos momentos en los que la corrupción se ha convertido en un verdadero jinete del Apocalipsis. Y es, en tiempos como estos, cuando se necesita de la pluma y de la voz de un periodista como Jorge Vivanco Mendieta, que demostró, sin afanes personalistas ni burocráticos, que la corrupción solamente puede ser vencida con el esfuerzo mancomunado de toda la sociedad. Jorge Vivanco Mendieta creyó siempre que una sociedad que se acostumbra a aceptar la corrupción como algo normal, es una sociedad enferma, y que por eso exige la presencia de voces y de plumas valientes, honestas, inclaudicables, que le hagan ver al conglomerado social que la corrupción podrá ser exterminada con el esfuerzo de todos los ciudadanos de una sociedad. El legado que deja a la posteridad Jorge Vivanco Mendieta es invalorable. Su orientación, irradiada permanentemente desde las columnas de EXPRESO, permitirá que las generaciones actuales y las futuras empiecen a construir el Ecuador que todos anhelamos, esto es, sin corrupción.
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