Una semana muy especial
Empieza la primavera. Por el lado “de acá” del Atlántico, comienza a estallar tímidamente la vida, aunque las flores que no necesitan permiso municipal, ya se adelantaron. La primavera es una preciosa metáfora pascual y la vida en primavera es algo que podemos -y deberíamos- celebrar todos al alimón por el hecho de ser personas.
Domingo de Ramos. ¡Tanta tradición popular cantando en las palmas o el laurel! ¿Celebrando lo que fue la entrada de Jesús en Jerusalén, un Mesías muy singular, montado en un burro asustado de tanto manto discipular como le había caído encima? Según el evangelio de Lucas, algunos fariseos que andaban por allí sugirieron al de Nazaret que menos bulla. Y Jesús: “si estos callan, gritarán hasta las piedras” (19, 40). Es bueno que la ilusión de la gente pueda manifestarse, aunque luego las libertades de algunos la acallen y ahoguen el sueño de Dios. Para los cristianos hoy: ¿tienen nuestros cánticos sabor de urgencia mesiánica?
Este año leeremos la Pasión de Jesús escrita por Lucas. En su relato están presentes las mujeres a las que consuela, promete el paraíso al ladrón crucificado con él, en la muerte no manda el desgarro de quien se siente abandonado, sino que Jesús se entrega, consciente, al Padre: “En tus manos encomiendo mi espíritu” (23, 46) y el centurión al mando del pelotón crucificante “glorificó a Dios diciendo: realmente este hombre era inocente” (23, 47). Este Lucas es todo él un inmenso abrazo.
Semana muy especial. A bastantes de nuestros conciudadanos, lo de “santa” no les dice nada. No hay colegio para los peques y sí tres o cuatro días de asueto para los mayores. Ojalá los disfruten. Para los cristianos, la “Semana Santa” reúne los ecos de todo aquello a lo que se atornilla nuestra fe, que se vive y manifiesta en la comunidad. Jueves: la cena de la tarde, en que podemos asomarnos hasta bien adentro del corazón del maestro, si leemos los capítulos de Juan. EUCARISTÍA madre de nuestras eucaristías.
Viernes Santo. Ojalá encontremos tiempo y compañía que nos permitan superar lecturas de la cruz y toda la inhumanidad que implica como “pago” a Dios por la culpa que nos acompaña desde el comienzo de la historia. Ojalá que, mirándolo a Él, descubramos que no está solo en la cruz, que extiende sus brazos hacia millones de crucificados que, en casi todo el mundo, esperan una mirada amiga, un pan, una tienda de campaña, un antibiótico, un beso, un pupitre escolar, una madre, una libertad...
Sábado: liturgia preciosa que hasta puede empachar de tanta luz, tanta agua para la vida, tanta palabra de esperanza, tanta canción para decir lo indecible, tantos signos para significar el misterio más cercano a nuestras íntimas ansias de eternidad. Todas las discotecas atronarán a esas horas con sus ritmos y, a su aire, querrán ser un homenaje a la vida. Quizá todo es un único canto cuando lo que canta es lo verdaderamente humano que hay en cada uno. Porque la Pascua es de todos. ¡Feliz Semana Santa!, allí donde estén. Buenos días.