La seleccion de los candidatos

Poniendo por delante el profundo respeto que quienes hacen EXPRESO mantienen por los personajes que integran la farándula ecuatoriana y que nos divierten con sus espectáculos, es bueno y justo reconocer que muchos están en plena capacidad para asumir funciones públicas de elección popular, pero otros no.

Sucede con ellos tal cual ocurre con los integrantes de los diversos conglomerados que constituyen la sociedad nacional: unos sirven para muchos desempeños y otros deben limitarse al marco concreto de sus actividades cotidianas.

Lo señalado viene a cuento en razón de la cercanía de las próximas elecciones para elegir autoridades seccionales en la ciudad y la provincia.

Oportuno sería que los partidos políticos aprovechasen la ocasión para someter a la consideración ciudadana a candidatos que se vuelvan opción electoral por el contenido de sus propuestas. Y también por su preparación individual. Administrar una ciudad o una provincia, ser parte de su concejo cantonal, para citar unos cuantos ejemplos, requiere conocimientos que no siempre están en la práctica cotidiana de un actor o actriz famosos.

Ojalá en la próxima campaña predomine el debate abierto y la presentación de planes serios por parte de los candidatos, aceptando que no basta la popularidad, que ahora es lo primero que miden los expertos en el denominado ‘marketing’ político.

Debería también mensurarse la potencialidad de cumplir con los delicados encargos derivados de la confianza en un manejo serio, responsable y virtuoso de la denominada cosa pública, y obligarse legalmente a presentar los programas destinados a ese propósito.

Finalmente, cabe que los sufragios no sean exclusivamente una competencia respecto a la simpatías de que gozan los aspirantes a cargos de elección popular, sino un espacio para permitir la promoción de nuevas figuras políticas que de alguna manera traten de llenar el enorme vacío generado por el desinterés de las actuales generaciones en todo lo que tiene que ver con la participación en política.

Se vuelve indispensable evaluar meticulosamente, tanto los perfiles de quienes se postulen para desempeñar cargos públicos, como la calidad de las propuestas que presenten.