Seguro de desempleo

El presidente Rafael Correa presentará a la Asamblea el proyecto de ley para la creación del seguro de desempleo.

Al respecto caben las siguientes reflexiones: 1) El desempleo es el cese de las actividades laborales del trabajador despedido; 2) La legislación laboral ecuatoriana considera la pérdida del trabajo como cesantía, para lo cual creó un fondo con el aporte por parte del trabajador, del 2 % de su remuneración mensual y el 1 % del valor de la remuneración mensual del trabajador, aportado por el empleador; 3) El principio jurídico de no dos veces por lo mismo, “Non bis in ídem”, se aplica también a que nadie debe ser obligado a pagar dos veces por el mismo concepto; del presente análisis ha quedado claro que la contribución patronal y laboral mensual, incluida en las aportaciones mensuales al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social, incluyen el seguro de cesantía, es decir, el seguro al desempleo; por lo que el proyecto de ley propuesto por el ejecutivo contravendría el mencionado principio de “Non bis in ídem”; 4) El desempleo tiene sus orígenes en la falta de competitividad de las empresas en el mercado, sea por las políticas laborales, salariales y fiscalistas gubernamentales, así como por la falta de apertura a los mercados internacionales.

Cargar a los costos de producción un valor por concepto de “seguro de desempleo” resulta un despropósito cuando lo que se requiere es crear las condiciones jurídicas, políticas y económicas necesarias para atraer inversión y generar la creación de plazas de trabajo; 5) Un asambleísta de Alianza País decía que sería el mismo IESS el que manejaría los fondos del nuevo seguro; si consideramos que en diciembre pasó al Ministerio de Finanzas el manejo de los fondos del IESS y del Biess, resultaría que en la práctica, de ser aprobada la ley de seguro de desempleo, sería pasar el sombrero a trabajadores y empleadores para incrementar los fondos a ser manejados por el Ministerio de Finanzas, resultando ser una suerte de intento de salvataje a una economía cuyo modelo y Gobierno, evidentemente, han fracasado.

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