La seguridad parte de adentro hacia afuera

La seguridad parte de adentro hacia afuera

Una puerta blindada, un cerco eléctrico, cámaras de seguridad y una guardianía las 24 horas. Nada de eso fue suficiente para que la familia Llerena impidiera la entrada de ‘amigos de lo ajeno’ a su vivienda, en una urbanización ‘pelucona’ del norte de Guayaquil.

No fueron los únicos. En un inusual domingo de febrero, otros tres vecinos también encontraron su casa hecha un desastre por el robo de algunos artefactos, joyas y dinero en su domicilio.

¿Qué falló? Es la pregunta que se hacen muchos cuando se ha confiado en sistemas de seguridad, especialmente en guardianía privada.

El teniente de la Infantería de Marina (en servicio pasivo) John Garaycoa, presidente de Mac Security y experto en seguridad, parte de una premisa: La seguridad es de todos y esta viene de adentro hacia afuera.

“Las cámaras no reemplazan al guardia. Si tenemos un sistema de cámaras y no están monitoreadas tampoco nos sirve de nada. Tenemos que tener un sistema para que tenga un monitoreo respectivo, una alerta automatizada, una respuesta armada... El gran muro, la gran garita o el guardia no bastan”, sostiene.

Lo primero que debe hacer una familia cuando decide ir a vivir a una urbanización -advierte- es hablar de seguridad desde adentro. Observar las múltiples vulnerabilidades que puedan existir en su nueva casa, ya sea por el tipo de puertas, formas de las ventanas y hasta la parte técnica de la villa.

Pero una de las fallas que tienen casi todas las ciudadelas y que incide en el control, es la falta de un estudio profesional en tema de seguridad. La mayoría de urbanizaciones sufre de presupuesto y es, en base a eso, que se realizan los trabajos que correspondan y la contratación de guardianía.

Garaycoa dice que ha detectado que en muchas ciudadelas existe en promedio, un guardia por cada 200 casas, y otro que está en garita con el control de ingreso y salida de vehículos.

Lo corrobora el arquitecto Alberto Vera, vicepresidente de la urbanización Matices, de la avenida León Febres-Cordero vía La Puntilla-La Aurora. Según explica, del cien por ciento del presupuesto que maneja la administración central, el 64 % está destinado a la seguridad y el restante al mantenimiento de áreas verdes, limpieza, sueldo de personal administrativo, pago de servicios básicos y otros.

Un rubro que prefiere no revelar, pero que sostiene, no alcanza. “La mayoría apoya, pero la parte más triste es que hay residentes que, a pesar de que reciben esos beneficios, no pagan las alícuotas. Siempre en las quincenas o fin de mes es un problema pagar. La morosidad es alta. Algunos prefieren comprar un carro y no invertir en seguridad para ellos y su familia”.

Pero, a pesar de eso, una comisión de seguridad de la directiva de Matices, se reúne una vez al mes con los jefes de operaciones de la compañía que les brinda la guardianía.

La intención -dice Vera- es evaluar el trabajo de los guardias y supervisores y, de ser el caso, tomar los correctivos.

Entre los controles que reciben es el recorrido motorizado o en bicicleta de guardias, lo que refuerza la seguridad interna de cada etapa. También, el monitoreo con cámaras y el chequeo vehicular en la garita, tanto a visitantes como a residentes; además del registro peatonal, a trabajadores y servicio doméstico. Internamente, cada etapa también toma sus medidas.

Una puerta blindada, un cerco eléctrico, cámaras de seguridad y una guardianía las 24 horas. Nada de eso fue suficiente para que la familia Llerena impidiera la entrada de ‘amigos de lo ajeno’ a su vivienda, en una urbanización ‘pelucona’ del norte de Guayaquil.

No fueron los únicos. En un inusual domingo de febrero, otros tres vecinos también encontraron su casa hecha un desastre por el robo de algunos artefactos, joyas y dinero en su domicilio.