4 casos públicos de mujeres asesinadas por el secuestro de sus hijos se han registrado entre 2009 y 2019.

Secuestros sin respuestas

Ronis Ruiz, quien perdió a su esposa durante el rapto de su hija, cuenta que nunca recibió todos los detalles del crimen.

El dolor y la incertidumbre no han desaparecido. Cada vez que recuerda cómo hallaron muerta a su esposa, Ronis Ruiz siente que una herida en su corazón se reabre. Han pasado 7 años y cuatro meses desde el día en que Patricia Pillasagua Villamar, de 19 años, fue asesinada y lanzada al río Daule, en Guayas.

A ella la asfixiaron para secuestrar a su hija, Naomi, quien en ese entonces tenía tres meses de nacida. Tras el hallazgo de la madre, el 12 de julio de 2012, pasaron otros 30 días para que los investigadores encontraran a la pequeña, con sus raptoras, en una casa del suroeste de Guayaquil.

Tres mujeres fueron detenidas y con su sentencia el caso también fue cerrado, pero muchas interrogantes no fueron respondidas a Ruiz, quien a diario lleva esa carga en sus pensamientos.

A él solo le habrían dicho la causa de muerte, los detalles técnicos del crimen y que su hija iba a ser vendida en Perú por 1.500 dólares, pero no le explicaron cómo y quién se ganó la confianza de su cónyuge, desde cuándo la estudiaban o si había más involucrados, porque fue lo que él conoció durante una investigación propia.

“Cuando ella salió de casa, una mujer joven la esperaba y, de acuerdo a lo que escuchó una vecina, esta le dijo: vamos rápido que nos están esperando. Entonces, ¿a dónde iban? ¿Quién era esa muchacha? ¿Por qué nunca la conocí? Quienes actuaron en el caso lo hicieron tan bien que nunca me enteré de las nuevas supuestas amistades de mi mujer”, sostiene Ruiz.

▶ Leer: ¡Los secuestros a menores de edad más sonados en Ecuador!

Para él, hubo un grupo detrás de todo, que planificó a detalle el hecho. “Y tal vez porque Patricia los conocía, la mataron, para que no los denunciara. Y nada de eso se investigó. No sé si esa persona de confianza, la que hizo la conexión entre ella y las secuestradoras, haya sido alguien de nuestro entorno, de nuestra misma familia. Nunca aclararon eso”, lamenta.

Es por eso que teme que alguien pueda todavía tomar represalia por el golpe que se dio al recuperar a su hija o que los organizadores del secuestro sigan operando en casos que tal vez no salgan a la luz, porque nunca se buscó establecer cómo funcionaba la red que mantuvo a Naomi en cautiverio.

“Creo que hay algo grande, como un mercado negro de venta de niños, donde alguien busca uno y por pedido se lo consiguen, a cualquier costo. El miércoles lloré cuando me enteré del asesinato de la adolescente en la Sergio Toral. Me transportó de inmediato a mi pasado y no descarto que detrás de todo estén las mismas personas que actuaron para llevarse a mi hija. Esperemos que esta vez la Policía investigue”, dice Ronis.

En Ecuador, los asesinatos de mujeres para secuestrar a sus hijos no son frecuentes, pero ocurren. Sin embargo, bajo la misma modalidad de estos, han ocurrido hechos en los que solo se han llevado a los menores de edad, como en el caso de Anahí, suscitado en agosto pasado.

César Peña Morán, fiscal de Guayas, explica que “en ese caso hubo una mujer que empezó a frecuentar el local donde pasaban la madre y la niña. De a poco se ganó la confianza y así siguió, hasta que encontró la posibilidad de llevársela. Ella hizo eso porque anhelaba tener una bebé, porque, al parecer, hace poco había perdido la suya”.

Y es ese deseo el que da cabida al comedimiento de estos delitos, porque las ganas de algunas personas por tener un hijo a como dé lugar crean la demanda. “Y es algo difícil de detectar, porque uno no va a las redes sociales, o a alguna página de Internet, y se encuentra con un aviso que anuncie ventas de bebés, sino mensajes que hacen alusión a eso, pero no sabemos cuáles son de secuestradores y cuáles no”.

Peña menciona también que la Fiscalía investigará estas hipótesis, con la ayuda de la Unidad Antiextorsión y Secuestro.

▶ Leer: “¡Solo hay un Dios que todo lo ve!”

Sin respuesta

El jueves pasado, durante una conferencia de prensa en el Comando de la Policía, en el Puerto Principal, EXTRA preguntó al jefe zonal de la Dinased, coronel Telmo Betancourt, si el último caso, en el que asesinaron a una adolescente para secuestrar a su hijo de 9 días de nacido, correspondería al trabajo de una estructura delictiva dedicada al robo de niños.

“No podríamos decir que es una organización. Lo que hacemos referencia es a un pago por la obtención de un infante. Podría ser que la persona que hizo este tipo de contrato, si vale el término, necesitaba o carecía de un niño, pero no podríamos decir que se dedica específicamente a esta actividad ilícita, sino más aún dentro del proceso investigativo podremos determinar los detalles y serán difundidos”, respondió.

Para el fiscal Peña es evidente que existe una organización de por medio, por solo ver la forma de operar, pues primero hacen la oferta, se hace el contacto y luego de escuchar los requerimientos de la persona solicitante se busca alguien que cuadre con el perfil. De ahí viene el seguimiento y el cometimento del plagio.

“Y en el camino pueden cometer algunos delitos, como la trata de personas, el secuestro, la adopción ilegal y hasta asesinato. Es por eso que esto tiene que ser profundamente investigado”, señala el funcionario.

Además, el operador de justicia deduce que debe haber alguien que financie estos hechos, puesto que en los casos que se han descubierto en los últimos años, los valores a pagar por un niño no han superado los 3 mil dólares.

“En el último hecho habrían participado unas siete personas, según lo que se ha dicho de manera preliminar, lo que resulta en una distribución de menos de 500 dólares para cada uno. Y hubo un asesinato que, con todas las agravantes, seguramente se impondrá una pena superior a los 30 años. Es difícil creer que se arriesguen por tan poca cantidad. Reitero que hay que investigar a fondo”, asevera el operador de justicia. (SCM)

Una cuestión psicológica

El nido vacío

María José Castillo, psicóloga especialista en el comportamiento de las personas, menciona que nace el deseo de una mujer, o de una pareja, por tener a un hijo a todo costo, por algo a lo que los expertos denominan el nido vacío.

“Es una etapa por la que una mujer o incluso una familia puede pasar. Esto ocurre cuando los hijos crecen, se van y en casa los padres quedan con esa sensación de vacío, porque necesitan a quien brindar atención, cuidar”, detalla.

Además, describe que las afectadas buscan mantener el patrón y es por eso que algunas consiguen una mascota o a alguien en la calle a quien ayudar, pero eso no llena las expectativas de todas.

“Hay quienes quieren un hijo a toda costa y en nuestro país es muy difícil adoptar. Eso es lo que hace que ciertas personas busquen una manera ilegal de satisfacer esa necesidad”, acota la psicóloga.

Ella también analiza otros casos, en los que no se contrataron a terceros para cometer el delito (ver cronología).

“Hay mujeres que ven a un hijo como el propósito de sus vidas, en lugar de comprender que en ocasiones es algo que no se puede dar. Por eso han existido casos en los que mujeres que han perdido a sus productos en el embarazado han decidido plagiarlos, sin medir riesgos”, comenta.

html