Que no sean egoistas

Con ocasión del terremoto y las consabidas réplicas, una característica, un rasgo poco apropiado, salió a relucir en más de un niño o adolescente. Nos referimos al egoísmo con que actuaron frente a las circunstancias.

Es verdad que en muchos de los casos somos los padres los facilitadores de esas reacciones, porque ponemos en manos de niños y adolescentes implementos que ciertamente, por no tener la necesaria madurez, no están capacitados para manejarlos.

Nos referimos a los celulares, a esos celulares que están prohibidos en todos los colegios, pero que los padres independientemente de aquello, envían con sus hijos bajo el eufemismo de que así los controlan mejor, como si el joven o la jovencita no pudieran decir a la distancia que están donde no están y que están con quien no están.

Y es que fue a través de los celulares de niños y jóvenes como se exacerbó el susto, y acaso pánico, de los adultos: “Venme a ver, soy el último que queda”. “Soy el único en mi clase”. “Tengo miedo”. Esta fue la tónica de los mensajes.

¡Qué egoísmo tan grande! “No quiero recibir clases y por tanto tú, mi padre o mi madre, dejas en este momento todo lo que estás haciendo y me vienes a ver. Por tanto tú, padre o madre, toma el automóvil. No importa que estés nervioso o asustado y sal rápidamente; no importa que tú, padre o madre, corras riesgos innecesarios como la caída de un paso a desnivel, de un semáforo, de un letrero publicitario o que choques o te choquen, pero antes que todo venme a buscar”.

No les permitamos crecer con un egoísmo tan grande, no les dejemos creer que son el centro del mundo y enseñémosles que aun siendo el centro del nuestro, tienen primero que cumplir con sus deberes, atender sus obligaciones y no salir corriendo porque se asustan o simplemente porque no están interesados en recibir clases.

Que los padres comprendamos nuestro rol y hagamos reflexionar a nuestros hijos sobre las consecuencias de un acto, el cual, tomado de manera aprensiva, irreflexiva e indolente, puede en ocasiones generar daños en los que no se ha pensado al provocarlo.

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