Brasil también registra casos. Sao Paulo tuvo en agosto la primera muerte por sarampión desde 1997.

El sarampion resurge con fuerza en Europa

En Ecuador, por varios años, no se han registrado casos autóctonos de esta enfermedad. En el viejo continente dejó de ser considerada como erradicada en Reino Unido, Grecia, República Checa y Albania.

El sarampión, una enfermedad viral extremadamente contagiosa que afecta principalmente a personas con una vacunación deficiente o no vacunadas, reaparece con fuerza en Europa y lo hace en cuatro países que habían denunciado erradicada la enfermedad. La alerta la dio el jueves 29 de agosto la Organización Mundial de la Salud (OMS).

En el Ecuador, el Ministerio de Salud Pública del Ecuador (MSP) emitió en marzo de 2018 una alerta preventiva temprana por tres enfermedades. Una de estas, la sarampión, con el objetivo precisamente de evitar que estas afecciones se reinserten en el perfil epidemiológico del país.

La declaratoria se dio luego de que la Organización Panamericana de la Salud y la Organización Mundial de la Salud (OPS /OMS) emitieron la alerta sanitaria en países de la región. En Ecuador, hasta la fecha, y por varios años, no se han registrado casos autóctonos de sarampión. Tampoco hay caso de difteria ni de fiebre amarilla.

En los primeros seis meses de este año, la OMS detectó 89.994 casos de sarampión en 48 países europeos, más del doble respecto al mismo periodo en 2018 (44.175 casos) y ya más que para todo el año 2018 (84.462).

“El retorno de la transmisión del sarampión es preocupante. Sin garantizar y mantener una cobertura inmunológica masiva entre las poblaciones, los niños y los adultos sufrirán inútilmente y, por desgracia, algunos morirán”, advirtió Günter Pfaff, presidente de la Comisión regional de verificación de la eliminación del sarampión y la rubéola.

Según las cifras de 2018, la enfermedad, muy contagiosa, ya no es considerada como “erradicada” de Reino Unido, Grecia, República Checa y Albania.

Para la OMS, el estatuto de “erradicación” corresponde a la ausencia de transmisión continua durante 12 meses en una zona geográfica particular.

En Reino Unido, 953 casos fueron registrados en 2018 (489 desde el 1 de enero de 2019), 2.193 en Grecia (28), 1.466 en Albania (475) y 217 en la República Checa (569).

¿Qué es el sarampión?

Antes de la llegada de las vacunas en los años 70, esta enfermedad caracterizada por la erupción de manchas rojas en la piel era una temida asesina de niños (entre siete y ocho millones de muertes anuales).

Provocada por un virus que se transmite fácilmente por contacto directo o a través del aire, es más contagiosa que la gripe o el Ébola.

Tras la fase de incubación, la enfermedad se caracteriza en un principio por fiebre alta, tos, moqueo, lagrimeo, y en una segunda fase, aparecen las manchas rojas. El periodo de contagio se extiende entre cuatro días antes y cuatro después de la erupción.

Complicaciones en ocasiones graves

Generalmente benigno, el sarampión también puede tener complicaciones graves de tipo respiratorio (infecciones pulmonares) y neurológico (encefalitis), en particular en el caso de pacientes frágiles.

No existe un tratamiento antiviral específico y el cuidado de la persona afectada consiste en tratar de evitar las complicaciones asociadas.

Vacunación preventiva

Las autoridades sanitarias mundiales insisten en la importancia de la vacunación, a nivel individual pero también colectivo: una cobertura elevada (95% de la población) protege incluso a las personas que no están vacunadas por un sistema inmunitario debilitado (debido, por ejemplo, a una leucemia, un tratamiento tras un trasplante y otros).

En el mundo, el número de muertes debidas al sarampión había descendido fuertemente desde principios de los años 2000 y hasta 2016 gracias a las campañas de vacunación: el balance de la OMS para ese año fue de 90.000 muertes contra 550.000 en el 2000. Pero en 2017 volvió a subir a 110.000 fallecimientos.

Según la agencia de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), 98 países detectaron un mayor número de casos en 2018 frente a 2017. Diez de ellos, incluidos Ucrania, Brasil y Francia, fueron responsables de tres cuartas partes del aumento total.

Desconfianza y problemas de acceso

En los países ricos, este aumento se debe en gran parte a una creciente desconfianza hacia las vacunas en general y la conocida como triple vírica (sarampión, paperas y rubeola) en particular.

Según una encuesta mundial publicada en junio, Francia se sitúa a la cabeza del escepticismo, con una persona entrevistada de cada tres que considera que las vacunas no son seguras.

En esa desconfianza, la patria del pionero de la vacunación Louis Pasteur es seguida por Gabón, Togo, Rusia y Suiza.

Muchos de los “antivacunas” se apoyan en una publicación de 1998 vinculando la triple vírica con el autismo, incluso si posteriormente se probó que su autor, el británico Andrew Wakefield, había falsificado los resultados, y numerosos estudios han demostrado que no existe tal relación.

La desconfianza también tiene que ver con motivos religiosos, especialmente en ciertas comunidades judías y protestantes conservadoras.

En Estados Unidos, el Estado de Nueva York, que se ha visto confrontado a un rebrote del sarampión en zonas con fuerte población judía ortodoxa, votó en junio la supresión de excepciones religiosas que los padres podían invocar hasta entonces para evitar la vacunación obligatoria en los colegios.

A nivel mundial, “la principal razón” de la insuficiencia de vacunación en niños responde a las deficiencias de los sistemas de salud en los países pobres, lo que hace que “quienes tienen más necesidad no tengan acceso”, subrayó la OMS.

Según una encuesta mundial publicada en junio, Francia se sitúa a la cabeza del escepticismo, con una persona entrevistada de cada tres que considera que las vacunas no son seguras.

En esa desconfianza, la patria del pionero de la vacunación Louis Pasteur es seguida por Gabón, Togo, Rusia y Suiza.

Muchos de los “antivacunas” se apoyan en una publicación de 1998 vinculando la triple vírica con el autismo, incluso si posteriormente se probó que su autor, el británico Andrew Wakefield, había falsificado los resultados, y numerosos estudios han demostrado que no existe tal relación.

La desconfianza también tiene que ver con motivos religiosos, especialmente en ciertas comunidades judías y protestantes conservadoras.

En Estados Unidos, el Estado de Nueva York, que se ha visto confrontado a un rebrote del sarampión en zonas con fuerte población judía ortodoxa, votó en junio la supresión de excepciones religiosas que los padres podían invocar hasta entonces para evitar la vacunación obligatoria en los colegios.

A nivel mundial, “la principal razón” de la insuficiencia de vacunación en niños responde a las deficiencias de los sistemas de salud en los países pobres, lo que hace que “quienes tienen más necesidad no tengan acceso”, subrayó la OMS.