Sacudete sociedad ecuatoriana

Una vez más el alma nacional está conmocionada frente al infanticidio perpetrado por depravados en Loja. La víctima, Emilia, una niña de 9 años, quien perversamente fue utilizada por una red de degenerados destinada a cometer el delito de pornografía infantil, utilizó para ello a la occisa y a otros grupos de menores de edad.

En nuestro país estamos acostumbrándonos a recibir estas noticias espantosas que luego se diluyen con la aparición de otras más espeluznantes, o con la fría indiferencia de la sociedad, que como máxima gestión lo único que hace es gritar pidiendo justicia dos o tres días, y nada más.

Del acoso sexual y de las violaciones de menores en escuelas y colegios del país ya casi nadie se acuerda, a no ser las víctimas y sus desesperados padres. Los autores materiales están a buen recaudo y los funcionarios que son autores intelectuales por su omisión en el cumplimiento de sus funciones, no han sido tocados ni en un solo pelo gracias al contubernio de una Asamblea Nacional que está más desprestigiada que nada en el medio nacional.

Frente a lo acontecido en Loja hay voces que se levantan para que se aumenten las penas a los depravados autores de este delito, sin entender que la solución al problema no está en aumentar penas a los infractores. Otras son las soluciones. En primer lugar, debe haber una reacción masiva de nuestra sociedad que evidencie su rechazo a tan nefastos procederes, no solamente con caminatas o pancartas, sino con actuaciones enérgicas para exigir a la justicia que cumpla a cabalidad con su función. Por otro lado es indispensable que se comprenda que la sociedad está diluyéndose, ya no es tan compacta. Esto demanda un profundo “mea culpa”, para que desde los hogares se controle a la niñez y a la juventud, para que los padres cumplan con su tarea de tales, para que los hijos tengan un buen espejo en donde mirarse.

La solución no está tan solo en la ley, sino fundamentalmente en la tarea para rescatar valores éticos por parte de la sociedad. Si no se actúa así, el porvenir de la patria es lóbrego y estremecedor.