Antecedente. El Estadio Nacional de Brasilia, construido para el Mundial Brasil 2014, ahora es utilizado solamente como un estacionamiento de autobuses.

Las ruinas olimpicas

Los Juegos Olímpicos son el escenario ideal para competir, pero el fragor de la lucha no se da solo por medallas entre las delegaciones de los países; la pelea es desde antes, afuera de una cancha, un coliseo o una pista. La disputa en muchas ocasiones

Los Juegos Olímpicos son el escenario ideal para competir, pero el fragor de la lucha no se da solo por medallas entre las delegaciones de los países; la pelea es desde antes, afuera de una cancha, un coliseo o una pista. La disputa en muchas ocasiones inicia a partir de que las ciudades presentan sus credenciales para albergar esta lid deportiva.

En este punto, la infraestructura toma un rol principal, en el que los fastuosos escenarios son la promesa para ganar la ansiada sede olímpica.

¿Pero qué pasa cuando no se mide el alcance de estos ambiciosos y costosos proyectos, además del uso que se les va a dar después de terminados los Juegos? La respuesta en algunos casos es la misma: los imponentes escenarios quedan en el abandono total cuando el ruido, el fervor e históricas competiciones que rozan lo épico quedan solo en el recuerdo, y pasan a ser ‘elefantes blancos’, que en la antigüedad eran considerados como santos, pero también como una carga para una persona, ya que su mantenimiento era muy costoso. Igual suele pasar con los estadios, villas olímpicas o complejos deportivos para el que falta personal y dinero para mantenerlos cuando las competiciones llegan a su fin.

Los casos son innumerables. Uno de ellos es el del Estadio Olímpico de Montreal para los Juegos de 1976, que fue apodado The Big Owe (La Gran Deuda). Ni siquiera un impuesto especial del Gobierno de Quebec sobre el tabaco permitió que se acelerara su construcción. El coste iba ascendiendo escandalosamente: de los 134 millones de dólares canadienses iniciales se llegó a los 264 en su inauguración, recordemos que “a medias”. Recién en 2006 se pudo acabar de pagar en su totalidad el coste, que finalmente ascendió a 1.500 millones. Quedó para ser visitado por turistas e incluso su demolición sería un gran peso, pues bordea los 500 millones de dólares.

Así como el de Montreal, hay otros escenarios olímpicos que están en el abandono y se hicieron planes para darles posterior uso, aunque solo se cumplieron de manera parcial, como ocurrió con el Estadio Olímpico de Atlanta en 1996. Cuando las competencias finalizaron lo destruyeron parcialmente para crear el campo de los Bravos: el Turner Field. Aunque se usó después de esos Olímpicos, tuvo gastos de más para convertirlo en estadio de béisbol.

Algunos escenarios de Atenas 2004, y los de Pekín 2008, con el llamado Nido de Pájaro como bandera, también quedaron en el olvido total. “La mayoría de los estadios del mundo que funcionan con métodos normales no pueden obtener beneficios”, dijo Zhang Hengli, vicegerente general de la Compañía de Operaciones del Consorcio del Estadio, CITIC. Aún se le está buscando uso.

La meta de las autoridades de Río de Janeiro es que las instalaciones deportivas que fueron construidas para los Olímpicos no corran con la misma suerte. Con un total de 10.390 millones de dólares en inversiones públicas y privadas, los Juegos de Río tienen, además de generar un exitoso certamen deportivo, la misión de dejar un legado mejor que el Mundial de Fútbol 2014, criticado por los excesivos gastos en estadios que ahora prácticamente no se ocupan.

El Parque Olímpico es la gran apuesta de este proyecto, cuyo legado después de los Juegos se proyecta como un complejo deportivo y educacional para los estudiantes de la red municipal y los atletas de élite, con uso compaginado con proyectos sociales y eventos. De las nueve instalaciones del lugar, siete se quedarán después de las competencias: las Arenas Cariocas 1, 2 y 3, el Parque Acuático Maria Lenk, Arena Río, el Velódromo y el Centro de Tenis.

Otra gran inversión es el Complejo Deportivo Deodoro, que acogió las competiciones de piragüismo eslalon, BMX y ciclismo de montaña, y que será equipado después de las Olimpiadas para deportes extremos. Las instalaciones que ya estaban hechas antes de que Río ganara la sede (el Centro de Tiro, el Centro Ecuestre, el Centro de Hockey hierba y el Centro Acuático del Pentatlón moderno) seguirán bajo la responsabilidad del Ejército, así como la nueva Arena de la Juventud. Estos sitios no tendrán un uso restringido a los militares, sino que recibirán a equipos brasileños de alto rendimiento y abrigarán competiciones nacionales e internacionales.

Para el secretario de Alto Rendimiento del Ministerio de Deporte, Ricardo Leyser, la herencia de los Juegos ya es perceptible. “Estamos construyendo un legado en todo el país para nacionalizar el beneficio de los Juegos”, dijo en su momento. ¿Esto se podrá conseguir? Solo el tiempo lo dirá. JSN