En esta acequia apareció el cuerpo de la ecuatoriana en Murcia, España.

Ruegan por traer a su madre muerta desde Espana

Las piernas le temblaron cuando supo del fallecimiento de su madre Kelli Zambrano, quien residía en Murcia, España. Ketty Vera, de 36 años, vive en el Coca, capital de Orellana, y el 17 de marzo pasado su hermano Mario se contactó con ella desde Manabí

Las piernas le temblaron cuando supo del fallecimiento de su madre Kelli Zambrano, quien residía en Murcia, España. Ketty Vera, de 36 años, vive en el Coca, capital de Orellana, y el 17 de marzo pasado su hermano Mario se contactó con ella desde Manabí para comunicarle del fatal suceso.

La señora todavía no asimilaba la sensación que tuvo al saber que su progenitora fue hallada desnuda a un lado de esa acequia desolada y en una zona de difícil acceso.

“Mi mamá tenía su carácter muy fuerte, por eso nadie la molestaba. Si tenía que decir las cosas de frente, las decía, sea quien sea”, relató la hija, quien estaba rodeada de cinco hermanos de la fallecida.

Vera se reunió con cuatro tías y un tío en la casa de una de ellas, en el barrio Jambi Huasi, ubicado a un costado de Coca. Unas sillas de plástico rodeaban una mesa, sobre la cual estaba un triángulo de fotografías de Kelli.

Ketti se sentó y tomó un vaso de gaseosa para sofocar el calor, mientras recordaba que hace doce años doña Kelli pidió a sus 12 hermanos que la ayudaran a reunir dinero para viajar a España. “Ella cuidaba a personas de la tercera edad y luego, cuando llegó la crisis, se inscribía en campañas de trabajo”, recordó su hija.

El pasado 14 de marzo, Kelli salió del departamento que tiene en Murcia para entregar unos documentos a una empresa que la llevaría a Francia, con el fin de laborar en almacenes de frutas. Ella compartía el ‘piso’ con su amiga Mayra Plúas, a quien consideraba una hermana más.

Sin embargo, Kelli no llegó esa fecha a la casa y eso preocupó a su compañera. Luego de 72 horas, la chica fue hasta la Guardia Civil de Murcia para poner la denuncia por desaparición.

Cuando Plúas salió del edificio, las autoridades la llamaron para decirle que los agentes encontraron un cadáver con las mismas “características físicas” que había dado, precisó Vera. Horas más tarde, Mayra llamó a Ecuador para confirmar el fallecimiento.

ERA EMPRENDEDORA

De los seis hijos que dejó Zambrano, Ketty es la segunda. “Mi madre era bien emprendedora y su afán de superación la hizo emigrar porque no le alcanzaba para mantenernos”, dijo Vera. Ella tenía 56 años y quedó viuda a los 36, cuando su pareja Salustio Vera murió de un infarto.

La familia fue desde Chone, Manabí, a la ciudad orellanense en la época del boom petrolero. Don Salustio era conductor en una compañía petrolera. Kelli se dedicaba al cuidado de sus hijos y era una experta en hacer cebiches para ofrecer a sus vecinos o a trabajadores del Municipio.

“Tenía la intención de comprarse un coche para vender hamburguesas”, acotó Irma Zambrano, una de las hermanas de la difunta. La pariente sonreía cada vez que hablaba de su ñaña, pero su alegría se detuvo al mencionar sobre el deceso.

Irma seguía a su hermana a todas partes, como aquella ocasión cuando apenas eran unas niñas y se fueron de la casa. “Todavía era chiquita”, precisó Irma, cuando caminaron a la vivienda de sus abuelos, a una hora de camino en Manabí.

“Mis papás la castigaron”, aseveró la allegada, sentada junto a su otra ñaña María, de 40 años. Ella vio por última vez a Kelli en 2010, durante una visita que hizo a Ecuador.

“Le encantaba bailar bachata y nos enseñaba. A pesar de que era gordita, ella se movía muy bien”, rememoró María, quien la apoyó antes de que emigrara a tierras ibéricas. (MAG)