Los rotarios de Guayaquil

A poco de concluir el primer cuarto del siglo pasado, llegó la actividad de los rotarios a nuestra ciudad. En efecto, ahora se están cumpliendo noventa años de la fundación del más antiguo de ellos: el Club Rotario de Guayaquil.

Con mi congratulación saludo a la institución iniciada en Chicago por Paul Harris y un grupo de sus amigos. Durante mis días venezolanos representando al Ecuador, estuve cerca del conglomerado rotario que se reunía en el por entonces Caracas Hilton. Convocaba a un distinguido sector de la sociedad caraqueña que incluía a sus historiadores, periodistas, políticos, profesionales de distintas ramas y empresarios de mayor renombre, y era una magnífica fuente de información respecto de la vida en el hermano país, con sus vicisitudes y sus anhelos más sentidos.

Ahora, en el todavía Puerto Principal, trabajan en distintos lugares de la urbe, diversos clubes. Todos buscando servir: dar de sí antes que pensar en sí, como reza su lema fundamental.

Vitalizando la tradicional vocación de Guayaquil por el voluntariado, los rotarios han contribuido con valiosas iniciativas al buen vivir colectivo.

Su campaña mundial orientada a mantener bajo control las indeseables secuelas de la poliomielitis es emblemática, tal cual trabajos en otros temas destinados a mejorar las condiciones de salud de la población, como el de los niños autistas y sus padres. Así, también han contribuido a importantes investigaciones sobre el estado de la salud cardiológica o con invalorables donaciones de sillas de ruedas y otros requerimientos de personas con discapacidades.

La incorporación de mujeres en calidad de directivos de algunos clubes, sin duda ha enriquecido su perspectiva y fortalecido sus campos de acción.

Personalidades de diversos campos del quehacer porteño siguen robusteciendo sus filas y los intercambios que posibilitan ponen en contacto con el mundo a jóvenes guayaquileños que, de otra forma no podrían disfrutar de esa experiencia.

Es notable el trabajo social y académico que cumplen los rotarios. Haciéndolo al club de Guayaquil, me permito abrazarlos y agradecerles.