El rincon mas lleno de futbol en la cancha
Damián Díaz es el ideólogo del juego lírico. Posee técnica en todos lados, su velocidad es mental, su freno aclara los espacios, con su amague las marcas más urgentes pasan de largo. Maneja mejor la precisión que la fuerza. Controla el partido desde el balón. Despista en el pase vertical.
Sabe dónde está la pelota sin mirarla, porque los ojos deben espiar la cancha y no denunciar la intención.
Una cosa es ser rápido y otra, aplicar velocidad al juego. En fútbol hay situaciones en las que para llegar primero se hace necesario frenar y cambiar el sentido de la jugada.
Díaz mide sus esfuerzos, de ahí que acerca la energía justa, de ahí que llegado el momento, en sus ocho acciones de gol, hace treinta metros fulgurantes, mágicos, porque se ha reservado para esos instantes. Buen uso del perfil favorable según el espacio de que disponga y la dirección de su arranque para obtener el metro que le permita ganarle el lado de adentro a su marca. No denuncia la dirección del remate. No se repite, clarifica. Cuando pone la pelota bajo los tapones, existen nueve compañeros que se mueven buscando posiciones para recibirla. Dosifica mejor el destino de sus intentos. Gradúa sus entregas. Organiza, premedita, improvisa. Ve lo que pocos observan, tiene panorama de lo que pasa, donde él no está. Transición, esa pequeña franja de tiempo entre la defensa y el ataque o ataque y defensa: La relación del medio centro con el enganche es fundamental entre los dos se genera profundidad. Todo pasa por la medular. Si no se elabora la jugada no se puede actuar bien.
Damián Díaz es veloz como sprinter, pausado estratega. Astuto, recio donde hay que ser recio. Prestidigitador con la pelota, sutil malabarista. Duro y chocador cuando hace falta. Estrella excluyente. Manija y timón de latido rápido. Cuando el clima del partido se hace denso, es cuando mejor rinde, porque es el rincón más lleno de fútbol en la cancha. La difícil sencillez, hace fácil lo difícil. Dueño de su propia gloria.