Elecciones. Alejandro Domínguez ocupaba el cargo interino en el organismo por Napout. Ayer en los sufragios fue respaldado.

Un retroceso politico

Interpretar la dinámica del movimiento indígena es una tarea delicada y difícil. Su protagonismo, como motor de las movilizaciones populares a mediados de año pasado, hizo prever que disponía de la suficiente legitimidad para convertirse en factor de confluencia, a fin de analizar la situación crítica que afronta el país y proponer soluciones.

En esa línea, una de sus dirigentes, la coordinadora de Pachakutik, Fanny Campos, tomó la iniciativa de convocar a diversas agrupaciones políticas y sociales para revisar la conducción del Estado, la realidad de una concentración del poder en manos del Ejecutivo, la inexistencia de libertades ciudadanas, el irrespeto a los derechos humanos y la mala gestión en el manejo de la economía. Estos puntos, sin duda alguna, expresan la preocupación de la mayor parte de la población ecuatoriana, y tienen que ver con la urgencia de una necesaria recuperación democrática e institucional.

Los resultados de esa gestión, que debían salir de la reunión del 27 de enero, nunca se dieron, debido a que el evento no pudo realizarse. Las razones para que esto ocurriera fueron difundidas por los medios, y la noticia de desacuerdos accidentados entre diversos grupos de las nacionalidades indígenas fue tomada como expresión de irreconciliables criterios y posiciones abiertamente opuestas y hasta confrontadas con violencia. Estas, a la luz de los hechos, parecen merecer la mayor preocupación de los dirigentes indígenas, y asoman como factores que pesan mucho más que las urgencias y los cambios que demanda el país.

De no darse en los próximos días una actitud de madurez por parte de esta colectividad, el movimiento indígena, que hasta ahora ha sido reconocido como gestor de una justificada, larga y sacrificada protesta, podría debilitarse como referente de los reclamos y las reivindicaciones nacionales. Estos, más que una connotación ideológica, tienen que ver con la vigencia de un Estado de derecho, y con la certeza de que la vida de los ecuatorianos está por sobre los intereses de caudillos y demagogos.

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