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La restringida vida de los bebés en tiempos de pandemia

Algunos tardaron meses en conocer a sus abuelos. Sus padres evitan aún llevarlos a ciertas reuniones o no han podido hacerles la matiné que soñaban

Bebés en pandemia
La pequeña Dana ha vivido su año y medio de vida en medios de los cuidados y restricciones de su familia para evitar un posible contagio de COVID-19.Álex Lima

Pocas cosas emocionan tanto a los padres como el primer año de vida de sus hijos -más aún si es el primogénito-, por lo que les organizan una gran matiné a la que invitan a todos sus parientes, amigos y, por supuesto, a todos sus respectivos niños. Sin embargo, a la mayoría de bebés nacidos en el contexto de la pandemia, las restricciones por el riesgo de contagio de COVID-19 los han privado de este evento, que por lo general está llamado a convertirse en la primera gran reunión familiar y social del infante y una de las más recordadas en su hogar.

Esto les ocurrió, por ejemplo, a los esposos Ariana Reyes y Jonnathan Larena con su pequeño Luis, quien nació en octubre de 2020. “Lo que me hubiera gustado hacer es una matiné. Su fiesta de primer año se la hice solo con mi familia, unas primas que viven cerca y mi cuñado. No pude invitar a nadie más por el temor al contagio”, dice la madre de dos niños. El mayor, de seis años.

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Su primer año de vida será recordado por las limitaciones impuestas por la COVID-19 y la tarea protectora de sus padres. Así, mientras antes lo usual era que el bebé recibiera la visita de parientes y amigos apenas llegaba al mundo, a los nacidos en el último año les ha tomado días, semanas y hasta meses conocer físicamente a todos. Hasta a sus abuelos, quienes han precisado de protección tanto como sus nietos.

Tampoco sus padres han podido llevarlos, orgullosos, a todas las reuniones familiares y eventos sociales a los que los invitan. “Sí hemos ido, pero no a todos. Vamos a donde hay conocidos y estamos seguros de que se cuidan. Pero hay reuniones a donde no lo hemos llevado”, reconoce Ariana.

Hasta los paseos familiares suelen ser incompletos o restringidos. Sobre todo antes de la vacunación, cuando había menos sensación de seguridad. Salían en el carro, recorrían algunos lugares, pero no se bajaban. Al menos, no el bebé.

Bebés en pandemia
Evelyn Macías y su esposo han procurado evitar las salidas a la calle con su pequeño Anthony y mantener siempre desinfectado su entorno.Álex Lima

“Mi hija estuvo un año casi sin salir de casa. Conoció a sus familiares a los seis meses y eso con las precauciones de mascarilla y alcohol. Debíamos saber bien quién la iba a coger”, coincide Diana Castro, madre de Dana, quien nació en abril de 2020, en la fase más crítica de la pandemia.

Por haber llegado en plena cuarentena, Dana tuvo restricciones desde antes de nacer. Su madre, con diagnóstico de preeclampsia, requería una cesárea, pero a pesar de recorrer múltiples hospitales y clínicas de la ciudad en ninguna hallaba cama o quirófano disponible pues todas estaban saturadas de contagiados de COVID-19.

La situación era desesperante y el tiempo apremiaba. En medio de esa emergencia, su doctora consiguió el alquiler de un quirófano en una clínica de cirugía estética. Les advirtió del riesgo de una posible complicación para ella o la niña, pero eso, por fortuna, no ocurrió.

Dana llegó en un mundo en confinamiento y no ha podido salir totalmente de él. Y eso que era muy esperada por la familia de su padre, Bolívar Núñez, ya que la mayoría de hijos y nietos son varones, entre ellos su hermano, de diez años. Pero al principio tuvieron que conformarse con verla solo en fotos o las pantallas de las salas virtuales que impuso la pandemia.

Así, con esa prolongada espera más allá del nacimiento, Diana cuenta que cuando la abuela paterna finalmente pudo tomar en sus brazos a la pequeña nieta, no pudo evitar temblar de la emoción.

La diferenciaSi bien todos los menores de edad han sufrido el efecto del confinamiento y las limitaciones por la pandemia, para los niños  nacidos desde marzo de 2020, esta ha sido su única realidad.

Esa es una de las pocas salidas con la bebé que se permiten. La madre asegura que casi no lo hacen y saben que deben mantener las precauciones para protegerla. Aunque eso implique frustrantes limitaciones. “Siendo una niña, una siempre quiere ponerle lindos vestiditos y mostrarla”, confiesa Diana.

Si bien todos los menores de edad han sufrido el impacto de los encierros, para los más grandecitos, nacidos antes de la pandemia, estos dos años han sido como un paréntesis. Pero para los que llegaron desde mediados de marzo de 2020 hasta ahora, esta es la única realidad que han podido percibir.

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Así lo podría asegurar el pequeño Anthony, quien nació en febrero de este año. De hecho, tras salir del quirófano, a su madre le tocó compartir el área de postoperatorio con pacientes de COVID-19, porque no había habitación disponible. Y en lugar de las tradicionales visitas de familiares y amigos, solo le permitían la compañía de su esposo o su madre, pero por turnos, no los dos a la vez. “Me sentía muy triste”, recuerda Evelyn Macías, quien con su esposo, Elvis Santos, tiene otras dos niñas de 8 y10 años.

Y, al contrario de lo que ocurrió con ellas cuando nacieron, por precaución, evitaba que visitaran al bebé y, menos aún, que lo tomaran en brazos. Y solamente lo sacó de la casa por primera vez para ponerle sus vacunas regulares. “Recién entonces sentí que estaba más protegido. Los recién nacidos son más indefensos”, explica.

No obstante, como no hay bien que por mal no venga, las obligadas limitaciones y cuidados han tenido al menos un efecto positivo. “El niño hasta la fecha no se ha enfermado”, resalta Evelyn. Aunque, al igual que las otras madres consultadas, prevé que por lo menos en este nuevo año tendrá que mantener las restricciones.

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La familia Larena Reyes aún mantiene los cuidados y medidas de prevención para proteger a su pequeño Luis, quien nació en octubre de 2020Cortesía

LOS PADRES DE LOS MENORES Y LA COVID-19

El objetivo de los padres no es solo cuidar a los bebés para que no se contagien de COVID-19, sino protegerse ellos también. Una tarea tanto o más complicada, pues ellos no pueden evitar salir a la calle y exponerse al riesgo de adquirir el virus.

En el caso de Evelyn Macías y Elvis Santos, más bien la misión es no volverse a contagiar. Están convencidos de que sufrieron la enfermedad en marzo de 2020, en la fase inicial y más crítica de la pandemia en Guayaquil, aunque nunca lo pudieron confirmar con un examen de RT-PCR, por las dificultades que en esa época había para acceder a una de ellas.

“Estoy segura de que me dio. Tuve todos los síntomas. Pero nunca pude hacerme la prueba”, dice la mamá del pequeño Anthony, quien nació casi un año después, en febrero de 2021. Pese a ello, por el bebé procuran evitar el riesgo de una reinfección.

Diana Castro y Bolívar Núñez han estado cerca del virus, si acaso no lo tuvieron ya. “Cuando recién di a luz, a mi esposo y a mi hijo les dio tos. Entonces ellos se fueron al cuarto de mi hijo, estuvieron por 15 días aislados. Yo me quedé en otro cuarto con el bebé y mi mamá. Cuando mi esposo debía retornar a la empresa, les hicieron pruebas médicas y le salió positivo. Entonces él saca la conclusión de que sí le dio”, narra la madre de la pequeña Dana.

Ariana Reyes y Jonnathan Larena también se enfermaron de COVID-19 y procuran evitar una reinfección que ponga en riesgo al pequeño Luis. La madre sonríe al contar que a veces debe recordarle a su esposo la necesidad de desinfectarse al volver a la casa. Apunta que hace solo dos meses, familiares cercanos también contrajeron el virus. “No hay otra manera, todavía tenemos cuidado por eso”, dice.

La cifra25.000
bebés menos
nacieron en Ecuador en 2020 (265.437), en comparación con los de 2019 (285.827), según las cifras del INEC.