Una rendija para los transgénicos

Una rendija para los transgenicos

Ecuador ya consume transgénicos. Es una realidad que hay productos que se importan, que se consumen y que proceden de materias primas modificadas genéticamente.

Ecuador ya consume transgénicos. Es una realidad que hay productos que se importan, que se consumen y que proceden de materias primas modificadas genéticamente. Pero, hasta ahora, el país no se había sumado a la utilización de semillas. La Constitución no lo permite, pero hay una rendija por la que van a empezar a colarse si se cumplen los pronósticos del Ministerio de Industrias y Productividad.

Para diciembre deberían estar listos los análisis sobre semillas transgénicas de algodón y trigo que están llamadas a utilizarse nacionalmente con el fin de mejorar la productividad.

Así lo explicó el ministro del ramo, Santiago León, hace un mes en una charla explicativa sobre la nueva plataforma industrial. Son el algodón y el trigo. “Nosotros importamos productos que han sido elaborados con semillas transgénicas, pero aquí en el país no se permite investigar, desarrollar ni sembrar con ellas. Ahora lo estamos estudiando como un instrumento para mejorar la productividad”, explicó el ministro.

Aunque reconoce, la Constitución tiene “un candado, por llamarlo de alguna manera, para el uso de este tipo de semillas”, la misma norma dice que por pedido del presidente a la Asamblea se puede incorporar el uso de transgénicos. “Una vez que hayan terminado los análisis, hecho el informe correspondiente y remitido a la Asamblea, se inicia el proceso para obtener la autorización”, precisó.

Con ello, se abre la puerta, no solo a mejorar la productividad, sino a un debate que ya viene de lejos en el país sobre los beneficios y los perjuicios que conlleva este tipo de práctica. No faltan argumentos de un lado y del otro, pero lo cierto es que sea con semillas nacionales o con elaborados a partir de granos foráneos, los transgénicos ya están en Ecuador.

Menos plagas y costos, más rendimiento

La Asociación de Biotecnología Vegetal Agrícola (Agrobio) que estudia el desarrollo de transgénicos en la región Andina, recoge entre los motivos -que después se convierten en ventajas- de las semillas transgénicas de algodón, la reducción de daños por insectos y malezas y de los costos.

En Colombia, el algodón transgénico es un 90 % del cultivo de esta planta y respondió a una necesidad de superar un estancamiento en la producción. Las semillas modificadas genéticamente son más resistentes a los insectos y maleza -sus principales enemigos- con lo que se reduce el gasto en químicos que las combatan y su afectación al medioambiente.

Incorporación del agricultor y controles

Las organizaciones ecologistas como Greenpeace llevan años denunciando los riesgos del desarrollo de semillas transgénicas. El principal argumento se centra en los daños al medioambiente de cultivos más resistentes y más productivos que agotan las tierras; y la incertidumbre sobre los riesgos para la salud.

Pero además, Greenpeace cuestiona la dificultad para controlar la proliferación de los cultivos con semillas transgénicas y evitar que se extiendan geográficamente. Sin olvidar el impacto en los ingresos de los agricultores pequeños o tradicionales que no pueden competir, o la imposibilidad del consumidor de elegir con qué se alimenta.