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Reloj suizo

Lenín Moreno ha tenido que superar varios obstáculos en sus seis meses de gobierno. Pero el regreso de Rafael Correa, sin duda alguna, era el más difícil de superar.

Bandos puede haber muchos. Pero el poder es solo uno. ¿A quién “le pertenece” el país ahora? Solo uno podía llevarse el título. Después de esta semana quedaría claro si el proyecto del nuevo Ecuador de Lenín era real, o si una vez que regresara el señor de la casa terminaría la fiesta.

La pregunta era: ¿qué estrategia tendría que seguir? ¿Responder a cada uno de sus ataques? Ocurrirían tres consecuencias no deseables si optaba por esta línea de acción: en primer lugar, se pondría de “igual a igual” con el exmandatario, cosa no recomendable si ha construido su imagen como la opuesta a la de su antecesor; en segundo lugar, dirigiría atención innecesaria a su contrincante, en una cobertura mediática interminable de “él dijo, él respondió”; y por último, en el territorio de la réplica y la contrarréplica, Rafael Correa no tiene rival. Seguirle el amén no hubiese sido lo más recomendado. ¿Ignorarlo quizá? No terminaba de ser satisfactoria esta opción. Pasaría como un político débil, donde quien lo insulta y desafía su popularidad en las bases de su partido no tiene repercusión alguna. Y entonces, la jugada maestra. El gol de chilena. El artículo 105: Rafael, este ya no es tu país. No importan las tarimas. No importa el espectáculo que montes: en “política real” tu capacidad de acción es limitada. Pues del otro lado, existe astucia y voluntad. Esta es, la mejor respuesta que pudo darse. No solo porque rescataron la consulta de una Corte donde estaba capturada (según Correa, Moreno no tenía la mayoría. Peligroso que abiertamente se califique a la justicia como partidista), sino porque utilizaron el “modus operandi” correísta. Linda manera de blindarse. Escogió el momento oportuno para recordarle al país que como político no se queda atrás. Al estilo de un reloj suizo.