Heridos. Leonardo Lorenty, de 23 años, es uno de los 28 heridos del atentado. Una plancha de zinc  le cayó en la espalda. Él está en la iglesia albergue.

Un refuerzo de 1.600 hombres para Esmeraldas

Peritos colombianos apoyan la investigación del ataque terrorista en San Lorenzo. El Ministerio del Interior se declara en emergencia.

El excomandante de la Marina, Ángel Sarzosa, y el coronel Galo Molina, experto en inteligencia, advirtieron hace ocho meses del alto riesgo que había en el país de una “mexicanización de la violencia” por la proliferación de las llamadas Bancrim (bandas criminales) al servicio del narcotráfico, que estaban operando en las provincias de Esmeraldas y Sucumbíos.

Aunque la presencia de miembros de grupos armados como Los Águilas Negras y Los Rastrojos en la frontera norte fue detectada hace once años, según lo informó EXPRESO en mayo del 2017, las unidades de inteligencia de las Fuerzas Armadas buscaban confirmar las sospechas de que estaban engrosándose con disidentes de la desmovilizada guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que habían preferido continuar con el ilícito negocio del narcotráfico.

La confirmación de una mayor presencia de extraños en la frontera llevó, hace tres semanas, a un reforzamiento de los patrullajes y del personal del Ejército en las provincias de Esmeraldas, Carchi y Sucumbíos. A esto se suma el nuevo reforzamiento de 300 militares y 1.300 policías en la provincia de Esmeraldas ordenado el sábado, después del atentado terrorista con coche bomba al comando policial de San Lorenzo, registrado en la madrugada del sábado, al puro estilo de los narcotraficantes colombianos y mexicanos, que dejó 28 heridos y 200 casas con daños.

Hasta el momento, ni el Ministerio del Interior ni la Policía habían revelado el nombre de la banda criminal sospechosa del estallido que redujo a escombros el cuartel policial del cantón esmeraldeño con mayores índices de inseguridad y pobreza en el país. Todas las autoridades ecuatorianas han dicho, en las últimas 48 horas, que la única certeza que tienen es que el ataque es de una organización narcodelictiva por la capturas de drogas de las últimas semanas, con las que han asestado duros golpes al narcotráfico.

El domingo 28 de enero de 2018, después de un recorrido por el cuartel atacado, en el que estuvo acompañado del ministro de Defensa, Patricio Zambrano, y el fiscal Carlos Baca Mancheno, el ministro del Interior, César Navas, anunció la decisión de declarar en emergencia su cartera de Estado para poder cumplir con las acciones que correspondan para mejorar la infraestructura y seguridad de los destacamentos policiales de la frontera. Defensa, por su parte, ofreció reforzar el control militar.

El fiscal Baca, por su lado, confirmó que peritos de Colombia están colaborando en el proceso de investigación para dar con los responsables de un atentado con dinamita que por primera vez se registra en el país, atribuido a bandas criminales ligadas al narcotráfico. La Fiscalía también está esperando el aporte de expertos de los Estados Unidos.

Afectados hacen guardia para cuidar lo poco que les dejó el atentado

En el barrio La Delicia, el ataque con coche bomba al comando policial de San Lorenzo (Esmeraldas) “fue una desgracia con felicidad”, sostiene Neri Maldemar. El hombre de 56 años, que despertó aterrado a la 01:30 del domingo, pensando en “que se acababa el mundo” perdió su casa, pero no su vida ni la de ninguno de sus familiares. Todos salieron ilesos de una explosión con dinamita que los dejó en la calle, esperando la ayuda gubernamental para construir una nueva.

Por tercera noche, Neri durmió junto a los escombros en los que quedaron reducidas las paredes de bloques y cemento. No quiere perder las pocas cosas que le dejó el estallido y por eso declinó ir al albergue en que se convirtió la iglesia matriz de la ciudad. Sentado en una pálida silla plástica blanca, bajo un pedazo de techo de hojas de zinc que resistió a la explosión y que lo guarece de la lluvia que cayó toda la noche, Neri cuenta a EXPRESO que hay gente que se está robando lo poco que pudieron rescatar de los escombros. “A la vecina le robaron el cilindro de gas y unas ollas”.

A pesar de las pérdidas materiales, él celebra que su hija no haya llegado a dormir a casa esa noche, porque de lo contrario habría muerto aplastada. Fue sobre su cama que cayó parte de la pared de la casa. Esa es una de las 37 viviendas que fueron totalmente destruidas por la onda expansiva que, según los expertos, fue superior a los cien metros a la redonda del cuartel policial.

Frente a su casa, está la de su vecina María Elinda Preciado. La mujer de 62 años no para de llorar porque el ataque la dejó sin casa, pero la lluvia que cayó durante toda la noche del sábado y la madrugada de ayer mojó parte de los muebles y electrodomésticos que le quedaron. El plástico no alcanzó para cubrirlo todo. A pesar de la incomodidad de dormir en la calle sobre techos improvisados con plásticos, ella quiere seguir cuidando lo poco que le queda de una casa en la que habitaba con sus hijos.

Sus vecinos en desgracia hicieron lo mismo y en grupo se turnan para hacer las guardias, aunque en los alrededores hay policías y marinos del batallón naval de San Lorenzo.

No todas las familias damnificadas y afectadas están en el albergue, pues algunas decidieron dormir en casas de familiares o amigos.

Según el viceministro de Gestión de Riesgos, Ricardo Peñaherrera, 21 familias han sido acomodadas en este sitio. En total, 78 personas a las que se les ha asignado una cama y entregado alimentos.

Las autoridades aseguraron el domingo que son catorce las viviendas que sufrieron una destrucción completa, de un total de 63 que fueron alcanzadas por la onda expansiva de un ataque que afortunadamente no dejó víctimas mortales. Personal técnico del Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda continuaba, hasta ayer, en San Lorenzo, evaluando el estado de las viviendas para elaborar un plan de reconstrucción y estimar un presupuesto. Aunque ninguna autoridad lo ha anunciado oficialmente, existe la posibilidad de que se construyan nuevas viviendas.