Rechazo al matonismo politico

Pueblo amante de la paz como es el ecuatoriano, la campaña electoral por la Presidencia de la República, que está por culminar con la realización de su segunda vuelta electoral, se había venido desarrollando con relativa tranquilidad.

Más allá de la violencia verbal y la permanente agresión a la honra de las personas y a la libertad de expresión que el país ha tenido que soportar, semana a semana, durante estos diez años, ahora es necesario repudiar la canallesca y cobarde agresión física que acaba de sufrir uno de los candidatos a la Presidencia de la República, cuando en compañía de su esposa y de sus hijos, salía de un estadio deportivo a donde concurrió para apoyar a la selección nacional de fútbol.

El lamentable incidente debe ser especialmente reseñado cuando precisamente el candidato a cuyos partidarios se atribuye la condenable acción, acaba de reiterar su negativa a mantener espacios de debate que permitiesen esclarecer posiciones y sobre todo, los cómo de las propuestas.

Aunque la violencia física, incluso llegando a situaciones que acabaron con la vida de protagonistas trascendentes de la vida nacional, tal cual Eloy Alfaro y sus tenientes, asesinados por una chusma enloquecida y luego sometidos a “la hoguera bárbara”, no ha sido extraña, para vergüenza de todos, en el acontecer político ecuatoriano parecía un mal ya desterrado pero, ocurre que incentivado con el mal ejemplo ofrecido desde las más altas instancias del poder, está otra vez haciéndose notar y hay que cortarlo a tiempo para que no prospere.

Unos primeros síntomas ya se manifestaron cuando el candidato opositor fue impedido de presentarse en un canal de televisión en Manabí, por una turba que lanzando consignas en su contra también intentó agredirlo. Por entonces, ya se comentó sobre la condición de extranjeros, determinados como tales por el acento, de quienes la integraban.

Iguales sospechas respecto a la nacionalidad de los violentos tenían su origen en informaciones atribuidas a servicios de inteligencia, que advertían sobre la contratación de mercenarios destinados a producir la alteración de la paz.

Cuando también se conoce sobre la reciente agresión física a un actor popular de amplia simpatía, cabe alertar al pueblo ecuatoriano para que sin dejarse provocar rechace la violencia.