Rabascall

Hace poco circuló en redes sociales un vídeo motivacional que mostraba a unos 40 jóvenes en un campo de fútbol. El ‘coach’ les pidió que se formen e iba pidiéndoles sucesivamente que den un paso al frente por cada una de las circunstancias que él enumeraba, siendo estas tales como: haber crecido en hogares estables con padre y madre, no haber sufrido enfermedades importantes, no haber sufrido agresiones, haber tenido acceso a estudios universitarios, haber tenido cubiertos sus gastos elementales... y así... de los 40 quedaron unos 5 en la línea del frente a los que el ‘coach’ pidió darse la vuelta y que observen lo aventurada que había sido su vida en relación al resto del grupo y les recomendó que aprendan a valorar el esfuerzo que tendrían que hacer los demás para cerrar la brecha a lo largo de sus vidas.

Cuando el 12 de noviembre recibí de Carlos el mensaje que mostraba todo el amor de un hijo por la pérdida de su madre, a quien no tuve el gusto de conocer, pero que uno empieza a querer cuando un hijo se refiere a ella así: “Siempre fue una mujer luchadora, perseverante, llena de amor y ternura. Nos enseñó a mis hermanos y a mí a amar la vida, a respetar a los seres humanos sin importar las diferencias, a perdonar y a mirar adelante, a no vivir mirando hacia atrás. En lo personal, me enseñó a vencer todo tipo de limitación, a no enfrascarme en los problemas, sino a buscar la solución. Fue mi luz y mi inspiración. Me enseñó a caminar cuando para mí eso estaba prohibido por la naturaleza, me enseñó a levantarme cada vez que me caía, me enseñó que todos los fracasos te dejaban una lección que debías aprender y que los éxitos debías asimilarlos con humildad y sencillez, pero lo más importante que me dejó fue el amor por Cristo. Siempre me he imaginado aquel 3 de septiembre de 1960 cuando le pusieron a su bebé en los brazos. Contra todo pronóstico, ella no se entristeció cuando se enteró que había nacido con una discapacidad por efecto de un fármaco...”.

¡Increíble!, ¿no?... ¡Qué lección de vida nos dejas, Carlos!, con esta historia de quien te permitió ser el maravilloso ser que eres hoy.