Las puertas abiertas

Muy disgustado, el presidente de la República dijo que las puertas están abiertas para cualquiera que quiera irse, sin especificar nombres. Pero deben ser muchos de aquellos que no se sienten cómodos o satisfechos con las medidas económicas adoptadas por el régimen. Medidas que tuvieron que buscar unos caminos que no sean demasiado fragorosos para la economía popular y que traten de solventar la grave crisis que dejó en el país el régimen pasado.

Pero si las puertas están abiertas para que se vayan los inconformes, esas mismas puertas deben estar cerradas, absolutamente cerradas, para impedir que se filtren aquellos que hicieron del partido una pandilla donde se cometieron los grandes atracos y se dejó la sensación de que nunca antes hubo un gobierno tan corrupto.

Sin embargo, aquellos beneficiarios del régimen anterior, al mando de un cuatriministro y de una señora que dividió a los ecuatorianos en pobres y en ricos, hacen gestos y gestiones para enfrentar al Gobierno.

Es necesario hacer frente -con valor- a los acontecimientos derivados de la crisis. También es necesario pensar en la pobreza de grandes conglomerados sociales, en la grave situación económica y social que ocasionó la falta de una verdadera economía nacional, y en solventar los problemas con energía y con valor, pero con prudencia y sentido humano. Así parece que concibe su gestión el actual gobierno.

Por lo tanto, no es adecuado que apenas a los seis meses de ejercicio gubernamental se levanten gritos de censura y se pretenda crear una oposición que no tuvieron durante los diez años del gobierno de Correa.

Suele decirse que al mal tiempo hay que mostrar una buena cara. Es el caso, porque quien asume la conducción de un país tiene que estar dispuesto a enfrentar los más duros y graves acontecimientos, especialmente si hubo un antecesor que quiso que el nuevo gobernante fracasara para que el pueblo engañado volviera a pensar en él, en el que ha dejado al país en una situación terrible.