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Prosur: sucesor de Unasur

El presidente de Colombia ha lanzado la iniciativa para crear un espacio de “coordinación de las políticas públicas y defensa de las instituciones de la democracia” que se denominaría Prosur, y que reemplazaría a Unasur como foro de concertación de posiciones comunes, consultas, colaboración y trabajo en equipo. Prosur nacería como consecuencia del fracaso rotundo de la Unasur, entidad que se erigió en el escenario regional del pensamiento del Socialismo Siglo XXI y de sus líderes, quienes dejaron un pesado legado de corrupción generalizada, desinstitucionalización de la democracia, autoritarismo y crisis económica.

La visión de la Unasur está atada a su despampanante edificio sede, monumento que se erige como una suerte de mausoleo de ideas muertas. No tiene, y al paso que va no tendrá, un nuevo secretario general. La presencia en su seno de Venezuela, cuyo gobierno está hoy proscrito por la mayoría de los países del hemisferio, es suficiente para invalidar cualquier objetivo de coordinar políticas públicas o defender la democracia. Después de todo, ¿cómo se pueden cumplir tales objetivos con un gobierno deslegitimado que es la antítesis de la democracia y que ha perpetrado las mayores violaciones de los derechos humanos sobre sus ciudadanos?

Descartada la opción de Unasur, el concepto de Prosur debe ser explorado con miras a que se constituya en el espacio que reúna a miembros cuyos gobiernos tienen la convicción de restablecer y fortalecer las instituciones de la democracia representativa incluyendo legislativos deliberantes y fiscalizadores, administraciones independientes de la justicia, y regímenes económicos adonde predomine la libertad de pensar, emprender e intercambiar sin ataduras asfixiantes por parte de los Estados. La lucha contra la corrupción es un tema vinculante, como lo es la concertación de políticas que busquen la equidad, fortaleciendo la transparencia, eliminando las prácticas que cartelizan los mercados, creando posiciones comunes en comercio exterior y armonizando las políticas públicas a fin de reforzar los lazos de cooperación regional.

Una vez más el gobierno se enfrenta a la disyuntiva de tener que escoger entre subsistir dentro de los escombros del socialismo, o ser parte de la economía moderna y del concierto regional.