La primera dama
Al inicio de la República era solo la acompañante oficial y obligatoria del presidente. A mediados del siglo XX ya las esposas de los presidentes juegan otro rol. El llamarse “primeras damas” y ciertos arreglos presupuestarios permitieron que debuten en espacios de protocolo y ayuda social.
Doña Corina del Parral, esposa de Velasco Ibarra, inauguró lo que hoy recordamos como Instituto Nacional del Niño y la Familia. Poetiza, literata y con una fuerte inclinación al arte, mostró mucho interés por nuestra patria, siendo argentina. Recuerdo a doña Martha Bucaram de Roldós, compañera, amiga, sensible a las convicciones de su esposo, con altísimo nivel de formación y compromiso por los derechos humanos. Doña Carmen Calisto de Borja se caracterizó por su delicadeza, educación y un gusto, que disimulaba poco, por las playas de nuestra provincia. Asimismo, recuerdo a doña Eugenia Cordovez de Febres-Cordero por su compañerismo al proyecto político de su esposo y por su trabajo encaminado a la salud de los niños.
En los últimos años las primeras damas asumieron mayor protagonismo que la caridad. Algunas mujeres han hecho presencia plena en esferas políticas, apoyando con aporte concreto a la construcción de políticas públicas.
Ecuador, por orden de Correa, no tuvo primera dama. Tuvimos, y en harta suma, un puñado de mujeres que hizo política obediente a la orden del Ejecutivo. Les llamó la atención en público, habló de sus minifaldas, las sancionó cuando pensaron diferente. En resumen, así giró esa participación.
Hoy, doña Rocío González de Moreno, aparece junto a su esposo con orgullo. ¡Hace tanto tiempo no se veía eso! No necesita “politiquear” para quedarle bien, es su esposa. Es la compañera del presidente en este reto familiar y político. Sabe que para gobernar se requiere vitalmente la visión de mujer, una visión integradora. No necesita “ganarse” el puesto. Es suyo, lo fue antes, lo es ahora y lo será después. Doña Rocío ha dicho que no gusta ser “la primera”, no le gusta la jerarquía que eso puede denotar. Ha empezado bien. Así luce. Hacía falta.