Premio Ig-Nobel de Economia 2016

El premio Ig-Nobel es la antítesis del Premio Nobel, y se lo otorga a quienes son autores de hechos que “no pueden, ni deben, ser reproducidos”. La lista de ganadores incluye a los integrantes de la Junta de Supervisión Escolar del Estado de Kansas, Estados Unidos, quienes resolvieron negar la evidencia de la Teoría de la Evolución, insistiendo en el Creacionismo como teoría científica (¡que no puede calificar como tal!).

Ejemplos adicionales de tales disparates son las investigaciones respecto de la excitación sexual que experimentan los avestruces en la presencia de los humanos, o la afirmación de que los agujeros negros en el espacio reúnen todas las condiciones técnicas para ser considerados ¡el Infierno!

La ciencia económica tiene sus propios portaestandartes. Ganadores del premio han sido el Instituto Nacional de Estadísticas de Italia, por incluir las ventas de drogas, prostitución y contrabando en la contabilidad nacional para de esa forma cumplir las metas fiscales impuestas por la Unión Europea. Están también los personeros de las firmas Goldman Sachs, AIG, y Lehman Brothers, entre otras, por crear y promover nuevos fondos de inversión con el objeto de “maximizar los réditos financieros y minimizar el riesgo financiero para la economía mundial” (a la que estuvieron a punto de quebrar).

Y no hay que olvidar al inventor del reloj despertador que al sonar la alarma corre y se esconde, obligando al usuario a perseguir al artefacto por toda la casa, logrando así despertarse y contribuir a incrementar la producción nacional. Cabe también mencionar a los profesores que determinaron a través de sus investigaciones que la gente halla la forma de posponer su muerte, con la expectativa de que bajen los impuestos a las herencias.

Más cercano está el caso de Juan Pablo Dávila, funcionario de Codelco (la empresa pública del cobre en Chile) quien instruyó a su computadora a ejecutar órdenes de venta (más caras) cuando lo que quería instruir era órdenes de compra (más baratas) y viceversa, causando tal confusión en las transacciones de la empresa, que le terminaron costando al Estado chileno (el propietario) la bicoca de ¡0,5 % por ciento del PIB!

Un burócrata puede desbancar un país, o causar enormes pérdidas. En el ámbito local, el premio Ig-Nobel de Economía lo merecen, a no dudarlo, los negociadores del crédito público que en las dos últimas emisiones de bonos estuvieron dispuestos no solo a pagar los intereses más altos del planeta, sino que luego de que el mercado cotizara tales títulos con premio de 4 % (en señal de que la tasa de interés era demasiado generosa) no insistieron en bajar el cupón, logrando con tal movida incrementar los costos de la deuda en no menos de $400 millones en pagos de interés excesivos a lo largo de cinco años. En todo caso, al igual que el chileno que compraba (al alza) cuando tenía que vender (a la baja), el récord de diez años de contrataciones de crédito público del gobierno RC demostrará, en su momento, los miles de millones de dólares de pagos excesivos endosados a los ecuatorianos, por gente que se suponía sabía por lo menos sumar y restar.

¡Bien merecido está el Premio Ig-Nobel de Economía!

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