Preguntas del terremoto
Hace tres años el país seguía impactado por los efectos de uno de los terremotos más fuertes que haya soportado en los últimos años. Fueron 7,8 grados que nos recordaron que vivimos sobre una de las zonas más sísmicas del planeta, y que debemos acostumbrarnos a ello y educarnos para ello.
Aún a esa fecha llegaba poca información de lo que había ocurrido la trágica noche del 16 de abril de 2016.
Todos recordaremos cómo la información que se manejó sobre el sismo fue limitada y cómo debíamos recurrir a fuentes extranjeras para saber qué es lo que había pasado. Mientras el vicepresidente de la República de esa época trataba de articular alguna explicación, esta era superada ampliamente por emisoras internacionales como la CNN.
Todavía quedan muchas respuestas sin responder y muchas explicaciones que dar, entre otras: ¿cuál fue la cifra real de fallecidos y damnificados? ¿La cifra oficial coincide con la cifra real?
¿Por qué se usó maquinaria pesada para despejar los escombros de los edificios cuando los protocolos establecen no hacerlo hasta tener la seguridad de haber terminado la labor de rescate de quienes pudieran haber estado bajo ellos? Y, sobre todo, ¿quién lo ordenó?
¿Cuántas familias aún sobreviven en albergues improvisados y continúan esperando que se resuelvan sus necesidades de vivienda?
¿Cuánto de lo recaudado por el impuesto especial para la reconstrucción fue utilizado? ¿Cuánto de ese dinero no fue usado para la reconstrucción? ¿A dónde fue a parar el dinero no utilizado? ¿En qué se utilizó? ¿Quién o quiénes se beneficiaron?
¿Hubo solo negligencia o hubo dolo?
¿Se continúa utilizando arena de mar para la estructura de los edificios a pesar de saber que muchos de ellos colapsaron al estar oxidada y corroída su estructura debido a su uso?
¿Existe algún plan actualizado que recoja las experiencias del terremoto del 2016 para reducir el impacto de eventos similares?
Unas cuantas preguntas, muy pocas respuestas.
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