Pobre America Latina

Sí. Pobre. En muchos sentidos. En cuanto a la incapacidad de satisfacer sus requerimientos básicos, la Patria Grande tiene cerca de 250 millones de sus habitantes en esa condición. De entre ellos, más de 60 millones viven en pobreza extrema. Si se calcula que pronto América Latina tendrá alrededor de 625 millones de habitantes, se puede estimar la magnitud de su pobreza. De todos modos se sigue insistiendo en que somos un continente potencialmente rico. Se recuerda menos que somos, en cuanto a la distribución del ingreso, la región más desigual del planeta. Ojo que lo mismo sucede respecto a la distribución del conocimiento. Por ello, más que proponer únicamente medidas para mejorar la redistribución de los ingresos, hay que insistir en la redistribución del conocimiento y asimismo, en la revalorización de los conocimientos ancestrales. Por supuesto, tengo claro que más conocimientos no siempre significan más ingresos y que sin ingresos suficientes no es fácil adquirir más conocimientos. Pero, ¿acaso no es gratuita la educación en nuestros países? Si el problema no es únicamente acceso a la educación, lo que ocurre significa que la calidad de nuestra educación está dejando mucho que desear. No cumple uno de sus roles trascendentes: ser un nivelador social. Con ese entorno explicamos la posibilidad de elegir algunos de los presidentes que tenemos y aunque tarde, pareciera que empezamos a darnos cuenta del impacto que ello tiene en las posibilidades de superar la pobreza y avanzar hacia el anhelado desarrollo armónico. No niego que en relación al pasado mucho se ha mejorado pero, las mediciones deben hacerse en relación al futuro y en esas comparaciones llevamos un enorme retraso. Solo Chile está tomando previsiones en relación a los efectos de las tensiones entre los gigantes de la economía mundial. Mientras tanto, crece la corrupción en nuestros países. Crece la negligencia que tiene ardiendo a la Amazonía común. Avanzan la inflación y la devaluación y para colmo, resurge la romántica pero inalcanzable voluntad de querer cambiar las cosas por la fuerza en Colombia.