
Una planta de aguas servidas como vecina
Colapso. Según Gutiérrez, una de las causas del problema es la falta de mantenimiento periódico de las plantas de tratamiento.
Aunque hay autoridades que no lo consideran un riesgo, hay especialistas y residentes, que creen que vivir junto a una planta de tratamiento de aguas residuales (como pasa en vía a la costa) a largo plazo puede afectar la salud.
Por ejemplo, en Laguna Club, que se ha visto afectada en dos ocasiones porque la planta del centro comercial Laguna Plaza, aledaña a la ciudadela, ha colapsado y ha contaminado un canal de aguas lluvias que alimenta sus áreas y se ubica en su interior, sus habitantes han sido testigos de cómo las moscas y mosquitos han proliferado.
“En una ocasión tuvimos que fumigar hasta dos veces por semana. Era terrible, había todo tipo de insectos y roedores. Hasta las aves se nos murieron”. Y ni hablar del olor. La fetidez de las aguas inundaba toda la ciudadela, incluso con las ventanas cerradas, precisan Juan Navas y José Javier Varas, residentes.
Las aguas negras, aun si no rebosan, no son lo más conveniente para la salud, explica Ernesto Carrasco, presidente de la Federación Médica Ecuatoriana. Entrar en contacto con ellas puede generar enfermedades infecciosas, parasitarias, hongos y bacterias, diarrea y vómito. Respirar los gases que emanan, asimismo, puede generar afecciones bronquiales y gastrointestinales, explica el ambientalista Xavier Salgado.
Y es que si estas entran al suministro de agua, donde se diluyen y se extienden más allá de donde se originan, explica Carrasco, se puede dar cabida a decenas de amenazas públicas (hepatitis, tifoidea...) y dermatitis severas que pueden dejar serias secuelas.
En un recorrido realizado por este Diario, se pudo constatar que la mayoría de las plantas de tratamiento ubicadas dentro de las urbanizaciones colindan con las viviendas. Unas en la parte exterior y otras en frente de las casas.
“De acuerdo con la normativa nacional, toda planta de tratamiento debe estar alrededor de 300 metros de la última vivienda. Pero sí es necesario que esté alejada. Si la urbanización o el centro comercial da el mantenimiento adecuado, no deben existir malos olores, ni el colapso”, explica Antonio Gutiérrez, miembro de la Asociación de Ingeniería Sanitaria y Ambiental.
Según el experto, sería un gran error que las autoridades aprueben la conexión de la planta de Laguna Plaza con la de la ciudadela. “Cada sistema de tratamiento es diseñado para X cantidad de habitantes, en el caso del centro comercial y de la urbanización. Si este mall quiere conectarse a Laguna Club, ya ese sistema sería de X más Y. Ya no solo tendrá colapsado su sistema, sino también colapsará el de la ciudadela”. Si la población estimada para su uso fue superada, asegura González, se deben construir más módulos.
Para el urbanista Carlos Jiménez esta saturación es un ejemplo de la falta de previsión o planificación del crecimiento de la urbe. “Cada uso de suelo tiene una estimación de la demanda, según los servicios que va a cubrir. Si el centro comercial fue diseñado con unos tipos de suelo y luego de la instalación de la planta se ponen más restaurantes, se generan muchos más desperdicios. Lo mismo pasará con el crecimiento de las urbanizaciones si no hay una planificación”.
Bolívar Coloma, director de Ambiente del Cabildo, asegura que las plantas obedecen a diversos sistemas, entre ellos unos que no generan olores y, por ende, no contaminan. “La calificación o la determinación de la factibilidad la da Interagua con base en criterios técnicos y urbanísticos”, explica, y adelanta que en las dos grandes plantas de tratamiento que se construyen en la ciudad, la descarga del agua va a tener “mejores condiciones” que las que se captan en el río Daule.
“Se va a aprovechar la generación de metano, que es una condición ideal para que se haga un proceso con cero afectación al ambiente”.
Sobre la situación de Laguna Plaza, Coloma precisa que están esperando los resultados de laboratorio que le hicieron al canal de la urbanización. “Si se confirma que hay contaminación, la toma de acciones de remediación del canal y la suspensión de las descargas será inmediata”.
Grasas y aceites, al Salado
En un estudio realizado en 2015 a dos plantas de tratamiento de Belo Horizonte y Puerto Seymour, en vía a la costa, el ingeniero José Dávila determinó que el 40 % de las grasas y aceites que desembocaban a esos sistemas se van directamente al estero Salado.
“Entre los parámetros analizados tenemos que los aceites y grasas no cumplen con la legislación ambiental para descargas a estuarios, por lo que existe contaminación”, concluye la investigación.
Dávila recomendó que para eliminar ese exceso de la planta de tratamiento se debe implementar trampas de grasa en el sistema y hacer un desnatado de grasa a sus tanques.
Más fuerza al reciclaje en la fuente
El próximo concesionario del servicio de recolección de basura en Guayaquil deberá poner énfasis en el reciclaje en la fuente, anunció ayer la Dirección de Ambiente del Municipio porteño.
“En el próximo contrato con el próximo concesionario, está incorporada una cláusula en la que ellos tienen que fomentar y fortalecer las técnicas de reciclaje en la fuente”, indicó la autoridad.
Según la Dirección, Guayaquil es una de las ciudades líderes en empresas dedicadas al reciclaje. “Lo que falta es en casa y en el momento de la recolección optimizar esas actividades que permitan mejorar la eficiencia de la recolección”. DSZ/CBS