
Un Peru violento vota contra la inseguridad
Lunes de mañana en Lima: ocho individuos en motocicletas disparan en la puerta de un banco a dos cambistas de dólares para arrebatarles el dinero, un hecho cada vez más habitual que retrata la inseguridad que el próximo presidente de Perú deberá enfren
Lunes de mañana en Lima: ocho individuos en motocicletas disparan en la puerta de un banco a dos cambistas de dólares para arrebatarles el dinero, un hecho cada vez más habitual que retrata la inseguridad que el próximo presidente de Perú deberá enfrentar.
Los ‘raqueteros’, que se desplazan al acecho de sus víctimas, y los ‘marcas’ -que marcan y estudian a su víctima - mantienen aterrados a miles de ciudadanos, que claman incluso por la actuación de las Fuerzas Armadas, como ocurrió en las favelas de Río de Janeiro.
Asaltantes que irrumpen en restaurantes y farmacias, emboscadas a empresarios, extorsiones a dueños de colegios con granadas en las puertas de sus locales y la acción de sicarios, se han hecho frecuentes en Perú. Y todo queda registrado en cámaras de seguridad.
Tras superar dos décadas de guerra interna contra las guerrillas y el terrorismo (1980-2000), Perú saneó su economía y se convirtió en la estrella de Latinoamérica, acogedor para el turismo, la buena comida y las inversiones. Con una economía en gran parte dolarizada es común ver en las calles a cambistas que, trabajando por años sin problemas, se han vuelto también blanco de la delincuencia.
La buena situación del país fue imán para atraer a delincuentes de países vecinos como Colombia, que los ha combatido con más dureza, asegura el especialista en seguridad César Ortiz Anderson.
“La delincuencia es dinámica, activa, incluso trabaja metiendo a sus parientes a la policía. Está mejor armada”, agrega. Se dan casos en el que las bandas operan dando órdenes desde las cárceles.
El actual gobierno de Ollanta Humala declaró en emergencia varias ciudades, entre ellas el Callao, vecina a Lima, donde bandas de narcos se disputan a balazos la supremacía del territorio y de operaciones. Pero no ha sido suficiente.
Un 70 % de la ciudadanía dice que es la delincuencia lo que más les afecta, según un sondeo de la firma Ipsos. Solo en mayo, cinco estudiantes fueron asesinados por asaltantes para arrebatarles sus celulares.
Según un informe de la ONU a 2012, Perú tenía una tasa de 9,6 muertes intencionales por cada 100.000 habitantes, una cifra menor frente a Honduras (90,4), Venezuela (53,7) o México (21,5). “Eso no es consuelo. Al llegar a 10, la OMS la considera pandemia”, consideró el experto.
Mientras especialistas plantean una reforma total de policía y sistema judicial para sancionar eficazmente a la delincuencia, los candidatos para el balotaje del domingo han optado por medidas más efectistas.
La favorita Keiko Fujimori, ha dicho que podría activar a las FF. AA. y que construirá cinco cárceles enclavadas en los Andes, a 4.000 metros de altura para bandidos peligrosos.
Una encuesta de marzo evidenció que un 30 % de los ciudadanos cree que ella puede combatir la delincuencia, frente a un 13 % de su contendiente, Pedro Pablo Kuczynski.
Este último ha planteado las penas acumulativas -hoy en Perú solo se cumple la sanción penal más grave- y un sistema de cárceles de máxima seguridad pero productivas, con trabajos para los presidiarios.
Y mientras alguien tome las riendas, municipalidades están equipando a sus guardias con armamentos no letales, y los propios ciudadanos realizan campañas que invocan a tomar la justicia por sus manos.