Pena de muerte

El último golpe de Estado suscitado en Turquía significó que el presidente de ese país, Tayyip Erdogan, procediera al encarcelamiento de decenas de miles de personas que a su criterio son adversas a su régimen, y a quienes ha acusado de ser causantes de dicho golpe de Estado. Aprovechándose de esta coyuntura, expresó su decisión de imponer la pena de muerte, con el argumento de que es el pueblo turco el que quiere la implantación de esa pena, motivo por el cual él está obligado a respetar la voluntad popular. Tamaña explicación, y más aún tan absurda justificación, no tiene asidero de ninguna naturaleza. La pena de muerte está rechazada por la Iglesia, por los distintos convenios de derechos humanos y por Amnistía Internacional, por estimar que debe ser abolida en el mundo civilizado. Por este motivo es que existen grandes movimientos sociales mundiales para forzar su desaparición.

Amnistía Internacional se opone a la pena de muerte en todos los casos, sin excepción, con independencia de la naturaleza del delito y de las características de la persona que delinque o del método empleado por el Estado en la ejecución. Afirma que la pena capital es la negación más extrema de los derechos humanos porque consiste en el homicidio premeditado, a sangre fría, de un ser humano a manos del Estado y en nombre de la justicia, y porque viola el derecho a la vida consagrado en la Declaración Universal de Derechos Humanos.

Es muy grave la macabra idea del presidente turco, porque él quisiera aplicarla en contra de quienes, a su criterio, intentaron derrocarlo. Este procedimiento violentaría el principio de irretroactividad de la ley penal, que significa que no puede aplicarse con sentido retroactivo; es decir que en el caso que comentamos no podría aplicarse a quienes intervinieron en el golpe de Estado, sino que debería aplicarse a partir de la fecha en que se resuelva imponer la pena de muerte, hacia adelante.

Es inconcebible que por prepotencia se trate de dar al traste con principios jurídicos y humanitarios que deben prevalecer por encima de todo.

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