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La paz en Colombia

Hoy Colombia debe decidir si quiere o no la paz. Se trata de un momento crucial para la vida de ese país, afectado por la violencia durante varias décadas, desde antes incluso del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán en 1948. Recordemos, a propósito de esto, lo que su hija ha dicho acerca de la represión sufrida por la población campesina de ese país ante los reclamos por tierra y mejores condiciones de vida. Gaitán fue, desde entonces, el más ferviente defensor de los derechos y la vida de los desposeídos.

La situación de extrema violencia se agudizó luego del “Bogotazo”. Ahí empezó el enfrentamiento entre las huestes populares controladas por los partidos, liberal y conservador, cuyo desenlace ha sido motivo de análisis y referencias por parte de investigadores sociales, estudiosos de los procesos de violencia y escritores. Figuras como las de Germán Guzmán Campos, Orlando Fals Borda, García Márquez, Álvarez Gardeazabal, Laura Restrepo, entre muchas, tomaron como temas de interpretación y de creación literaria los diversos pasajes trágicos de esta dolorosa etapa que afectó a Colombia. Este fenómeno sufrió alteraciones posteriores, y lo que fuera una dinámica en que se enfrentaban las fuerzas del orden con las organizaciones irregulares de izquierda, pasó a convertirse en un conflicto cruzado por los oscuros intereses del narcotráfico y el crimen organizado. Aún está fresco, por ejemplo, el recuerdo que la colectividad nacional colombiana y la opinión internacional tienen en torno a la masacre sufrida por los colectivos de izquierda que intentaron reinsertarse en la vida democrática. Los candidatos del M-19, Carlos Pizarro y de la Unión Patriótica, Bernardo Jaramillo, fueron acribillados junto a cientos de sus compañeros; y las facciones narcos terminaron luego con la vida de Luis Carlos Galán, en un escenario de terror, crimen y dolor colectivo.

El narcotráfico penetró en los grupos guerrilleros e impuso una lógica alimentada por sus sucios negocios, al punto que varios de sus frentes priorizaron el negocio de la droga por sobre los objetivos políticos iniciales.

La situación en Colombia tiene, sin duda, una ostensible mejoría si triunfa el sí. Pero incluso en esas circunstancias el camino verdadero de la paz recién se inicia.