El paro les hizo perder las oportunidades de sus vidas
Transporte. La mañana de ayer, la transportación en el país se iba normalizando de a poco. Sin embargo, aún hay incertidumbre en varios sectores.
No había nada más en el mundo que Jorge Urdánigo esperara con tanto anhelo, que el día de su operación. Una fístula perianal (especie de absceso) ha convertido su vida, desde hace dos años, en una tortura dolorosa que, a duras penas, le permite moverse.
Por eso, el portovejense, de 46 años, luchó durante meses para conseguir una intervención en el hospital de Especialidades Teodoro Maldonado Carbo del IESS, en el sur de Guayaquil. En abril, le dieron la noticia de que se operaría el 4 de octubre.
Tenía que esperar seis meses, que se harían eternos a causa de su dolor. Ya ni los medicamentos le calmaban el tormento que latía en su piel. Por eso, cuando supo que había paro de transportistas, tragó grueso y decidió que, como sea, tenía que viajar desde la capital manabita a Guayaquil.
Sandra Zamora, su esposa, lo acompañó. Por precaución, salieron a las 02:00 del 3 de octubre desde su casa, en una parroquia rural, hasta la terminal portovejense, donde no había un solo bus. Tuvieron que esperar hasta las 06:00 para que un vehículo particular los movilizara por 130 dólares.
“Nos costó, pero el dinero no importaba para mi esposo en ese momento porque el dolor es insoportable y lo único que quería era operarse”, dijo Sandra, apenada.
Un trayecto que, por lo general dura 3 horas, aquel día tardó 11. Las peores 11 horas de viaje para Jorge. Su fístula se abrió y el dolor se intensificó. Pero eso no fue lo peor. Mientras viajaba, el presidente Lenín Moreno había decretado el estado de excepción.
Llegó al Teodoro Maldonado a las 17:00 del 3 de octubre. Su operación estaba programada para las 07:00 del día siguiente. Estuvo a tiempo, pero su felicidad duró poco. Por el decreto, le dijeron que operaciones como la suya habían sido suspendidas y le reasignarían una fecha que, hasta ahora, no la conoce.
No se recuperaba del malestar del primer recorrido, cuando tuvo que pensar en el viaje de regreso. Por suerte, dice Sandra, el señor que los llevó al hospital no se había ido de Guayaquil y los trasladó de vuelta a casa por 100 dólares adicionales.
El malestar que siente Sebastián Novoa no es físico. A él el paro lo ‘golpeó’ en su espíritu deportivo. Tiene 26 años y, desde que tiene 11 años, el ciclismo ha sido parte de su vida.
Actualmente es seleccionado del país en esta categoría y, tras participar en un sinnúmero de torneos, fue subcampeón de las metas volantes en la Vuelta al Ecuador, en 2012, y campeón nacional de ruta en 2014.
Desde hace un año esperaba con ansias para participar en la Vuelta al Ecuador de este año, que se realizaría del 5 al 12 de octubre. A pesar de ser de Cayambe, formaba parte de la selección guayaquileña y eso le emocionaba.
Durante un año entrenó junto a sus compañeros: seis ciclistas, dos delegados y un mecánico. Ellos competirían con 17 equipos de siete países. “Éramos un equipo que iba a disputar las etapas en la Costa y las metas volantes”, lamentó, porque a causa del paro, este evento se suspendió.
En las redes sociales, decenas de personas también se lamentaban de que las paralizaciones y cierre de carreteras les trucaran sus planes: sustentaciones de tesis, viajes, tratamientos médicos... Incluso, se difundió un vídeo de una pareja de novios, ella con su vestido blanco y él, con un traje del mismo color, caminando entre las manifestaciones y controles policiales del 9 de octubre.
En centros de festejos y hoteles de Guayaquil confirmaron a este Diario que varios eventos y reservaciones se han suspendido. Todos importantes, pero pocos quizá, de vida o muerte como el del tío de Liz Briceño.
Él tenía que realizarse un trasplante de hígado, para lo cual necesita de chequeos constantes. Al igual que Jorge, perdió su cita médica y ahora, la incertidumbre por su salud se agrava porque depende de la situación del país.