Paro colombiano
“Colombia: ¿el siguiente país con crisis social?”, fue uno de los titulares que leí para informarme sobre el paro nacional convocado ayer. Parece una pregunta simple, no lo es. ¿Cómo que siguiente país con crisis social? En Colombia no hay peligro de que se cree una crisis porque ya la vive. Antes del paro, 129 indígenas habían sido asesinados. Viven en regiones donde grupos narcotraficantes buscan producir marihuana y coca. Las comunidades indígenas se opusieron y combatieron a las guerrillas en sus territorios. El saldo: 129 vidas. ¿Y el Ejército? Sirvió para desampararlos.
Antes del paro, 8 niños fueron asesinados en una operación del ministro de Defensa, quien en su labor de terminar con disidentes de las FARC ignora el costo. Antes del paro, el Acuerdo por la Paz estaba paralizado por un gobierno que evidentemente no quiere cumplirlo porque aún busca castigo a quienes se les prometió olvido solo por la promesa de abandonar sus armas. Probablemente la mitad del país lo apoye en su resistencia, mientras la otra exija su cumplimiento. Con estos antecedentes, ¿recién vendría la crisis? No podemos ser tan ingenuos y pensar que porque el gobierno no es chavista los problemas eran inexistentes. Y que son las fuerzas oscuras del Foro de Sao Paulo las que crean el caos.
La simplicidad de culpar a Maduro por lo que ocurra o deje de ocurrir es caer en un discurso político y desconocer (e incluso agravar) la realidad. Esa es la tragedia en que nos ha sumido el socialismo del siglo XXI: polarizaron al continente al punto de que “si no estás conmigo, estás con ellos”. No dudo que existan fuerzas desestabilizadoras entre los que salen a protestar. El régimen de Colombia no le conviene a Venezuela. Ni ideológica ni logísticamente. Y aplaudo la decisión de haber cerrado las fronteras, pues no había cómo controlar lo que podían haber mandado desde el norte. El despliegue de FF. AA. y Policía antes que inicie el paro es comprensible. En especial si Ecuador y Chile están como antecedente. Pero al mismo tiempo podría radicalizar al protestante que ve confirmado el discurso no oficial del gobierno colombiano: ustedes no son más que delincuentes.