Parar desmestizaje

Un genocidio étnico, silencioso y continuo, recorre el Ecuador de biodiversidad y ecosistemas diferentes, de heterogéneas etnicidades y culturas. Se llama “revolución del único buen vivir centro-indígena-quichua”. Sus ideólogos, creyentes y militantes dicen que el Ecuador es multiétnico y pluricultural, pero su práctica niega esto. Lo introducen en el laberinto retro de desvalorizar el mestizaje y sobrevalorar un etnocentrismo quichua-andino para todo el país.

No se trata solo de negar la racionalidad medioambientalista y ecológica occidental. Ellos van más allá. Se afirman feligreses de la diosa Pachamama, singular panteísmo y ritualidad mítico-mágica (como la que se hacen en algunas sesiones “esotéricas y transcendentales” en el Ministerio de Turismo). Pretenden poner en la sombra lo que Aristóteles, Santo Tomás, Rousseau, Paine, Marshall, etc., formularon como derechos a una vida mejor de la sociedad. Buscan imponer la del sumak kawsay, a lo quichua andino precolombino.

Es un negativo asalto a la historia. Un “retorno” al pasado aborigen (¿?), desvalorizando el mestizaje histórico. Ponen “creencias” para invisibilizar y echar tierra sobre el gran aporte y valor social de lo que este proceso creó, recreó y tejió a lo largo del tiempo en cuerpo, piel, cultura e imaginarios del Ecuador mestizo y heterogéneo.

Esta obsesión patológica alimenta, desde la izquierda marxista y el socialismo del siglo XXI (¿?), el etnocentrismo quichua que dicen combatir.

Tomemos conciencia de esta teoría-práctica ideológica-política, de creencia y fe, cuanto de los efectos socioculturales-étnicos que trae. Es preciso afirmarlo porque hay países de Latinoamérica con mayor población y tradición indígena (México, Guatemala, etc.), donde no existe esta singular ritualidad del aberrante fundamentalismo desmestizador étnico y cultural. Afirmar la occidental-mestiza barroca, de mezcla de lo español-árabe, indígena, afrodescendiente y aporte de varios países, etnicidades y culturas, en medio de la globalización que nos hace “ser nosotros y otros”, es una tarea teórica y política necesaria.

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