Un pais de justicia

El pasado lunes el presidente Rafael Correa se constituyó en el primer jefe de Estado iberoamericano en recibir la Gran Cruz de la Orden Iberoamericana, en reconocimiento a los avances que ha impulsado en Ecuador en materia de justicia y derechos humanos.

La distinción otorgada por la Conferencia de Ministros de Justicia de los Países Iberoamericanos (Comjib) y la Fundación Carlos III de España, le fue entregada en el Salón de los Presidentes del Palacio de Gobierno.

El mandatario ecuatoriano, al agradecer la condecoración, expresó que la recibe en nombre del pueblo ecuatoriano y los operadores judiciales, quienes han sido parte importante del proceso de reestructuración de la justicia que comenzó en 2008 con la nueva Constitución de la República, donde se estableció el ordenamiento del país y que se complementó con la consulta popular de mayo de 2011, en la que el pueblo ordenó la reforma integral del sistema judicial.

Pero el presidente Correa añadió y aclaró que para su concepto, justicia también es que la salud sea gratuita y de calidad; sacar a 2 millones de ecuatorianos de la pobreza; hacer que 16.000 jóvenes talentosos del país estudien becados en las mejores universidades del mundo; tener una educación gratuita y de excelente calidad; que la distribución del ingreso y de la riqueza sea equitativa; lograr que los recursos generados por las manos de los trabajadores se queden en el país y no vayan a paraísos fiscales; y luchar contra la corrupción y la especulación de suelos.

“Justicia es el camino para el ejercicio pleno de todos los derechos, pero también la consecución de una vida digna, de la verdadera libertad con democracia en paz. Este es uno de nuestros mayores legados para las futuras generaciones, un país de justicia”, ha dicho, con sobriedad y sabiduría, con conocimiento y experiencia, con la inquebrantable fe y esperanza que resuenan siempre en la limpia y firme voz de nuestro primer mandatario.

Lo vamos a extrañar mucho, presidente Correa. Líderes de su calidad escasean en nuestra América Latina, la patria grande. No digamos en nuestro país, la pequeña patria. Lo vamos a extrañar. Y necesitar, de veras.

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