Hasta cuando padre Tuarez
Entre los mitos y leyendas criollas se encuentra la leyenda del cura Manuel de Almeida Capilla, aquel personaje en el que primaban sus ímpetus y apetitos mundanos, los cuales no le impidieron utilizar como escalera para sus andanzas a la escultura de Cristo, como máxima expresión de lo profano, del descaro y desafío a la tolerancia.
Han pasado los siglos y cuando parecía que todo aquello estaba superado, reaparece la versión criolla de la leyenda, pero modelo socialismo del siglo XXI, de aquel personaje que utilizando el púlpito como escalera, en una mala imitación del cura Almeida, disfruta de las mieles de lo mundano, con discursos y actuaciones populistas que corrompen el hábito supuestamente tomado por vocación, denigrándolo a calidad de disfraz; camuflando al remedo de dictador dispuesto a echar mano de cualquier recurso, sea este bendición, maldición o conjuro, que le permita disfrutar de fama, poder y fortuna.
La falsificación de documentos, arrogarse cargos que jamás desempeñó, confundir socialismo con humanismo, sea por ignorancia o conveniencia, son peldaños propios del curita político del siglo XXI.
Sobre el padre Almeida cuenta la leyenda que la imagen de madera que representaba a Cristo, cansada de ser utilizada por el cura como escalón para sus escapadas, una noche le reclamó: ¿hasta cuándo padre Almeida? A lo que con descaro el curita mundano le respondió: hasta la vuelta Señor. Similar situación se vive en la actualidad, en la que la sociedad cansada de la opereta de Tuárez, infructuosamente le cuestiona sobre sus actitudes y actuaciones, ante las cuales el curita profano se transforma en ángel del Averno para insultar y amenazar.
La realidad es que el frívolo curita, remedo de Rafael, es actor principal del cortejo fúnebre de la institución que preside, la que se constituyó en reclutadora de serviles y pilar del andamiaje de la corrupción e impunidad en la década de la revolución ciudadana, liderada por Correa y sus secuaces; razón por la cual debemos sepultarla. Hasta que eso suceda, solo nos queda expresar: ¿hasta cuándo padre Tuárez?