En medio del verdor y tranquilidad del paisaje en los bosques manabitas se esconde un oficio que requiere de técnica, concentración y precisión.

Se trata de la fabricación de monturas de caballo, actividad a través de la cual el sector de La Clemencia, perteneciente al cantón Olmedo, se ha hecho conocer. Sobre una pequeña elevación, se encuentra ubicada la vivienda de Andrés Teodoro Mieles, de 56 años. En el poblado lo conocen como don Chérrez, otros por su labor y dedicación lo llaman “el rey de las monturas”.

Desde temprana edad, Mieles, guiado por sus tíos, adquirió los conocimientos necesarios para la fabricación de este implemento, considerado de gran importancia en los sitios donde el caballo es todavía un medio de transporte y trabajo. “Empecé siendo oficial de ellos, me tomó cierto tiempo aprender todas las técnicas, medidas y detalles para perfeccionar este trabajo”, recuerda el artesano. Durante toda su vida, el operario manabita calcula haber fabricado 6.000 monturas, las cuales se encuentran en varios sectores del Litoral. “Aquí ha llegado gente de Salitre, Naranjal, Balzar, Palenque, Paján, Vinces, Daule, entre otros”, comenta.

El inicio de la fabricación se da en las montañas. Allí se compran los árboles del tradicional mango de chupar, luego con la ayuda de un motosierrista se cortan los troncos en pedazos con las medidas necesarias.

En un rincón de su propiedad, Mieles ha armado una especie de taller. Bajo la sombra de un árbol, toma sus herramientas y empieza a darle forma a los troncos de madera, hasta convertirlos en una montura. Usa machete y suela para darle el acabado y forma, serrucho para marcar y las llamadas macetas para golpear lentamente.

En La Clemencia, de Olmedo, Andrés Mieles es el único artesano que realiza sillas para montar, puesto que nadie más ha replicado su labor. Sin embargo, en otros cantones de la provincia de Manabí existen otras personas que elaboran las monturas. AG