El mantra de estas herramientas es: yo tengo un bien, tú lo necesitas y la tecnología nos encuentra

Nuevos negocios requieren nuevas reglas

Los expertos del área consideran que la salida no está en la represión, sino en la modernización de las leyes.

Cuando te subes a un auto que has contratado a través de una aplicación, para dirigirte a una habitación alquilada desde otra aplicación, en donde te espera una canasta de productos orgánicos que has comprado ‘online’ y el vendedor ha gestionado su traslado también desde una aplicación, sabes que algo ha cambiado.

Estas aplicaciones que responden a nombres como Uber, Cabify, Airbnb y Shippify pertenecen a aquellas herramientas que fomentan el consumo colaborativo o economía colaborativa. Es decir: yo tengo un bien (material, tiempo, conocimiento), tú lo necesitas y estas plataformas nos conectan para que lo resolvamos; gana el ofertante, gana el usuario y gana la plataforma, la cual se encarga de la eficiencia del acuerdo.

Todos parecen puntos positivos, pero las autoridades locales no los ven así y reprimen desde hace algunas semanas, la operación de las plataformas tecnológicas que gestionan el transporte: Cabify y Uber, por considerarse una “competencia desleal” para los taxistas.

Primero fue un comunicado de la ATM, luego la cacería de los conductores; ayer un nuevo paro de taxistas, y ahora, según un documento que le llegó a EXPRESO, el retiro del RUC con el que trabaja Cabify. Esta novedad no fue confirmada ni desmentida por su vocero.

Y es que tipo de ‘start ups’ se amparan en el limbo regulatorio que brinda internet, donde las empresas, por operar como plataformas tecnológicas, no están sujetas a las regulaciones tradicionales.

Pero esto no está mal para expertos como Fabricio Echeverría, quien considera necesario un cambio de mentalidad para adaptarse a los nuevos negocios y por lo tanto nuevas leyes que los sostengan.

Sin desatender las voces críticas que hablan de injusticia y trato desigual, la proliferación de este tipo de negocios (basta con que recorra nuestra infografía) hace muy difícil su regularización, explica Echeverría. “Por eso, lo ideal no es desaparecer la innovación, ni frenar el emprendimiento. Lo ideal es acoplarse”, sostiene Echeverría.

Para algunos defensores, como Albert Cañigueral, creador de la página www.consumocolaborativo.com de España en el 2011, estas plataformas son una respuesta a “la inequidad y a la ineficiencia del mundo”.

Para muestra unos cuantos botones: el 40 por ciento de los alimentos se desperdicia actualmente a escala mundial; los automóviles pasan el 95 % de su tiempo parados; en Estados Unidos hay 80 millones de taladradoras domésticas, cuyos dueños solo las usan una parte mínima del tiempo; un conductor malgasta 2.549 horas de su vida circulando por las calles en busca de aparcamiento. ¿Acaso plataformas que gestionen inteligentemente estos recursos son un desperdicio?

Todo apunta a que no. Por ejemplo, Daniela Ron, guayaquileña de 23 años, fiel usuaria de Cabify, relata que gracias a los precios que ofrece esta plataforma, ella ahorra tres dólares diarios en el trayecto de la casa a la universidad y viceversa, que luego le sirven para sus libros. Mientras que “José”, un conductor de Uber, afirma que con el dinero que recibirá de esta herramienta, por las 4 horas diarias que le dedica al salir de la ferretería en la que labora, pagará las mensualidades de su casa.

Es así como estas aplicaciones y nuevos emprendimientos ganan defensores tanto como detractores. ¿Qué hacer? Lourdes Serrano, directora de Girls in Tech Ecuador y parte del equipo de Shippify en la ciudad, propone una conversación en donde los emprendedores afines a la economía colaborativa puedan exponer todos su puntos positivos y las autoridades hablen de sus dudas y necesidades.

A la larga, lo dicen las mamás y ellas siempre tienen la razón, los problemas se resuelven hablando, no esquivándolos.

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