La Nochebuena: valor familiar

La celebración de hoy es una ritualidad cultural que está en la memoria histórica de muchas sociedades del mundo, de aquellas que abrazaron el cristianismo hace 2016 años. Desde ahí hasta el presente, un conjunto de eventos se han ido forjando al calor de la historia, en la cual los valores han tenido un papel importante como referentes colectivos.

En la vida social se han ido dando innumerables variantes que han llevado a que en esta festividad tengan mayor presencia e incidencia las luces multicolores, “Santa Claus”, los nacimientos, etc. Sin embargo, hay algo que aún permanece a lo largo de los 21 siglos transcurridos: la unidad de la familia.

La Nochebuena es la rememoración por excelencia que reposiciona a la familia en su rol, importancia y trascendencia. Hoy se reúne en torno a una cena que nos dice que ella es más que un aspecto consanguíneo, biológico y psicosocial. Fundamentalmente, la familia es el sustento material, humano y espiritual de quienes la integran. Por eso abuelos, padres, madres, hijos, etc., siempre van a encontrar en ella refugio y respaldo frente a los avatares de la vida. Esto constituye, indudablemente, la esencia de los valores de la ritualidad de la Nochebuena. Y es por eso que a pesar de las readecuaciones y cambios que el mundo moderno occidental experimenta, sigue predominando la idea de que en un día como hoy se fortalezcan los lazos familiares y, sobre todo, que sus integrantes valoren y reconozcan la importancia de este hecho y de su simbolismo. Los tiempos actuales, de crisis económica, desempleo, inseguridad, corrupción, drogadicción, narcotráfico, etc., con todos los asedios, riesgos, peligros y efectos que conllevan, no impedirán que la familia ecuatoriana se reencuentre, que los abuelos, los padres y los hijos se reúnan, y que al unísono del rito y signo religioso estrechen todavía más sus vínculos afectivos.

En contraposición a los cambios que vivimos, es preciso que los ecuatorianos revaloricemos el rol y la importancia de la familia. Y no solo en un día como hoy, en el que lo religioso y lo pagano se mezclan, sino siempre, porque ella es el núcleo humano y social primario del cual fluyen las ideas y los valores de paz, amor, gratitud, comprensión y solidaridad. Ella es la microsociedad que sustenta a la humanidad entera.