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La Navidad desfila por las calles de Guayaquil

Precaución. Para evitar incidentes, en la avenida 9 de Octubre se colocaron rejas para evitar que las personas crucen la vía entre las carrozas alegóricas y los bailarines.

Los alumnos, con gorros y guirnaldas, desfilaron a lo largo de 20 cuadras.

Una fiesta que ya es una tradición, pero que no deja de sorprender. Ayer, al igual que años atrás, las calles de la ciudad se llenaron de luz y color; y se transformaron en escenarios navideños repletos de renos, trineos, duendes y decenas de Santa Claus que, pese al calor, desafiaron la temperatura de Guayaquil para llenar de magia el lugar a través de dos desfiles. Ambos esperados.

En el barrio Garay, donde se llevó a cabo el primero, las familias desde muy temprano, antes de las 10:00, se instalaron al pie de las calles Colón y la 13 -donde inició el acto- con sillas plásticas y parasoles para observar a los más de 3.000 estudiantes de 25 instituciones educativas que por cerca de dos horas marcharon, en su mayoría, cubiertos de prendas alusivas a la fecha.

Andrea Muñiz, miembro de la banda musical Fénix de Guayaquil, por ejemplo, dejó en casa su traje oficial, como lo llama, el que utiliza para marchar en las fiestas julianas, y se enfundó en un vestido rojo de botones blancos de felpa, que combinaba a la perfección con un gran gorro del mismo color.

“Hoy he venido de Mamá Noela para que las familias se diviertan. Cuánto amo este desfile”, precisó, mientras bailaba al ritmo de la tradicional canción navideña ‘Mi burrito sabanero’, que fue entonada por los miembros del grupo, vestidos en cambio de duendes, con calcetines de rayas verdes, rojas y blancas.

Para Marina Andázuri, propietaria de uno de los negocios de la avenida Víctor Hugo Briones y 10 de Agosto, por donde pasaron, esta actividad realizada por octavo año consecutivo, además de distraer a las familias, facilita la unión.

“Hoy (ayer) están aquí mis siete nietos, mis cinco hijas y sus esposos..., es como si fuera ya Navidad”, pensó, mientras fotografiaba a las alumnas del 28 de Mayo que se desplazaron por las 20 cuadras que integraron el recorrido en una falda de tul; y a los jóvenes de las unidades educativas Nueve de Octubre, Galo Plaza Lasso, Liceo Octubrino..., que caminaron tocando sus tambores, adornados todos con escarchas y copos de nieve de fómix.

Un ambiente similar se vivió horas más tarde, desde las 16:00, cuando seis carrozas que habían salido de las antiguas bodegas de Ecapag, en la avenida de las Esclusas, empezaron a recorrer las también avenidas 25 de Julio, Quito, 9 de Octubre y el Malecón; y de a poco, a medida que caía el sol, se iluminaron.

Los carros, que simularon ser la fábrica de juguetes de Papá Noel en el Polo Norte o estaban inspirados en los personajes bíblicos de la ‘Estrella de Belén’, llevaron sobre sí alrededor de 3.000 metros de mangueras led en diferentes colores y más de 130.000 luces navideñas.

“Esto es increíble. Nunca dejo de sorprenderme. Es un carnaval. Mire cuánto brillo”, repetía una y otra vez Maricarmen Sornoza, de 56 años, quien había llegado acompañada de su madre desde Urdesa para observar la sexta edición del desfile Guayaquil es mi Destino en Navidad.

Ambas, que se encontraban paradas sobre una de las bancas de la 9 de Octubre, llevaban gorros con el rostro de Rodolfo el reno allí plasmado. Katrina Yánez, de 11 años, llevaba en cambio diademas de luces, y Sonia Salvatierra, de 27, unas graciosas botas de gnomos, muy puntiagudas.

En la marcha, donde participaron los bailarines de 42 academias de danza que, al igual que en la mañana, estaban ataviados en trajes de luces, donde además sobresalieron unos enormes bastones que parecían ser de caramelo; los niños se emocionaron cuando de una de las carrozas salieron siete pitufos, cada uno con instrumentos musicales, cantando villancicos.

‘Jingle bells rock’ fue la favorita de Juan Daniel Santos, de 6 años, quien pese a no saber inglés, reconoció su madre, no paró de saltar, reír y tararear.