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Fotografía aérea tomada con un dron que muestra la división entre la selva amazónica y la ciudad frente al Museo Amazonas, el 22 de abril de 2024.Isaac Fontana

El museo en el que es posible una completa inmersión en la Amazonía brasileña

Ofrece al visitante una completa inmersión, al permitirle ver, oler, sentir y hasta abrazar parte de la enorme biodiversidad

Un museo de la ciudad brasileña de Manaos le ofrece al visitante una completa inmersión en la Amazonía, al permitirle ver, oler, sentir y hasta abrazar parte de la enorme biodiversidad de la mayor selva tropical del mundo.

Se trata del Museo de la Amazonía (MUSA), un jardín botánico de 100 hectáreas ubicado dentro de la reserva forestal Adolpho Ducke, uno de los santuarios ambientales más importantes de Brasil y que limita con el casco urbano de Manaos, la mayor ciudad amazónica.

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Con una decena de circuitos ecológicos dentro de la selva para recorrerla a pie, en los que es posible toparse con monos, serpientes o arañas, el museo cuenta con varios viveros en el que se exhiben importantes colecciones de orquídeas, bromelias y hongos.

Igualmente es posible visitar laboratorios con ejemplares vivos de serpientes, arañas y escorpiones, así como viveros en que revolotean centenas de mariposas e insectos y un lago en el que destacan las enormes hojas flotantes de las victorias regias.

Una de las mayores atracciones es una imponente torre metálica de 42 metros, con 242 escalones, que ofrece plataformas de observación a varias alturas para avistar la inmensidad de la floresta, o las aves posando en las copas de los árboles.

El museo ha tenido que ofrecer horarios especiales para quienes quieren aprovechar la torre para ver la espesa neblina que brota de los árboles en pleno amanecer o la puesta del sol, detrás de un horizonte lejano y verde.

Con una propuesta totalmente diferente a la de los museos tradicionales y repleto de diferentes especies de flora y fauna, el museo quiere introducir al visitante dentro de la Amazonía y ofrecerle una experiencia sensorial única e inolvidable.

El MUSA nació en 2007 cuando el físico Ennio Candotti, entonces presidente de la Sociedad Brasileña para la Investigación en Ciencia (SBPC), ideó un museo que ofreciera una auténtica experiencia de selva tropical, diferente de los jardines botánicos climatizados de Europa.

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El museo finalmente fue inaugurado en 2009 con recursos públicos y privados, y el físico lo dirigió hasta su muerte, en diciembre pasado.

Entre las especies de flora que pueden observarse en los recorridos destaca el Angelim-pedra (Dinizia excelsa), uno de los mayores árboles de la Amazonía, con hasta 80 metros.

Otra variedad visible es el Paxiúba ("Socratea exorrhiza"), una especie de palmera que es conocida como el árbol que anda, debido a que cuenta con raíces aéreas que le permiten desplazarse ligeramente para buscar la luz solar.

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Fotografía de un empleado transportando una boa constructor en una guardería en la selva amazónica de la reserva forestal Adolpho Ducke.Isaac Fontana

Los visitantes también pueden extasiarse con ejemplares de manú (Minquartia guianensis), un árbol conocido por sus hojas perfumadas; o el coccoloba (Polygonaceae), el arbusto con las mayores hojas de una planta en todo el mundo, que pueden llegar a hasta 2,5 metros.

Aunque no tan grande como las de otras colecciones, en el museo hay expuesta entre vidrios una hoja de este árbol de cerca de un metro.

En uno de los jardines también es posible conocer las diferentes palmeras de la Amazonía con mayor uso comercial por sus frutos, incluyendo el azaí, el moriche o burití, la pupunha o chontaduro y el cumare o tucumá.

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