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La lucha denodada de l (9237599)
 Estudiantes juegan en la escuela Jorge Víctor Castilla, el 7 de septiembre de 2022, en Lima (Perú).  EFE/ Paolo Aguilar

Los maestros peruanos luchan para frenar la brecha educativa

Hay varios factores para ese desface, pero la pandemia incrementó aún más el problema de los alumnos

Comienza la jornada en la escuela Jorge Víctor Castilla de Lima. Aupada en los cerros y anclada en uno de los sectores más populares de la capital, sus alumnos juegan en un patio que ha estado desierto en los últimos dos años, mientras sus profesores luchan por reducir la brecha desatada por la pandemia que los separa de los colegios de postín.

“Claro que sí, la brecha se ha incrementado. Por el contexto socioeconómico y donde se encuentra la institución, los padres priorizan la alimentación de sus hijos, las necesidades básicas, que adquirir otros recursos tecnológicos para el estudio virtual con los que sí cuentan estudiantes de otros distritos”, explica la subdirectora de primaria de la escuela, Eliana Margot Díaz.

Díaz se guarda para el final la frase que define los dos años que han transcurrido en el Perú -el país con la mortalidad más alta del mundo por la COVID-19- sin clases presenciales: Los alumnos de esos distritos “lo han tenido más fácil”. La brecha educativa no comenzó con la pandemia, pero en un país marcado por la desigualdad se disparó con la llegada de la COVID, cuando los alumnos tuvieron que encerrarse en sus casas y recibir educación a través de unos instrumentos tecnológicos que, para muchos, era una quimera adquirir.

Y eso que el panorama puede ser desolador. La escuela a la que acuden cada día 565 estudiantes de primaria y 267 de educación inicial tiene un ala entera cerrada porque amenaza con derrumbarse.

Para compensarlo han tenido que adaptar espacios que inicialmente no estaban preparados para ello y han instalado barracones en los que los alumnos, guiados por profesores incansables, repasan las tablas de multiplicar, aprenden a dibujar o sobre las normas elementales de la gramática.

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Para compensar la falta de presupuesto su escuela, como la mayoría de las peruanas, cuenta con el apoyo de los padres de familia: “Ha partido de ellos al ver que sus niños no tienen otra institución educativa cercana”.

“La brecha es fuerte, sí, los niños no cuentan con recursos tecnológicos que pudieran apoyar, sumar a que su educación sea mucho mejor, pero los maestros en las aulas tenemos que hacer todo lo posible”, explica Díaz.

Como ella son muchos los que se remangan cada día y, armados de ‘voluntad, entrega, trabajo y compromiso’, desarrollan sus estrategias para que los alumnos no sean conscientes de las carencias.

Para comenzar a revertir esta situación y que estas escenas no se repitan por todo Perú, Zoila Guaylupo, que lleva casi tres décadas dedicada a la formación de docentes y que, desde 2020, ha trabajado con la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), cree que la única receta es incrementar el presupuesto.

Por eso considera que es necesario invertir, “por lo menos el 5 % del PIB para poder decir que Perú está tratando de mejorar la calidad educativa”.