El pasado domingo, Javier Milei, el líder libertario argentino, ganó las elecciones PASO del país, que actúan como una suerte de primera vuelta presidencial. Bajo esta fórmula de Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias característica del sistema de partidos argentino se dan los primeros pasos hacia las elecciones generales del próximo mes de octubre.

Milei obtuvo el 30% de los votos, ubicando a la coalición que representa La Libertad Avanza como la primera fuerza política del país; seguido por Juntos por el Cambio que obtuvo cerca del 28% y el oficialismo Unión por la Patria, que frenó las expectativas y fue relegado al tercer lugar con el 27%. Estos datos han dibujado un interesante tablero de juego para encarar la elección presidencial. El rechazo de los argentinos al oficialismo deja a la derecha con más del 60% de voto y un posible balotaje sin representación del kirchnerismo.

Resulta interesante que, en apenas dos años, Milei haya pasado de ser el outsider al epicentro de la política argentina, cuyo esquema tradicional ha girado durante décadas entre el peronismo y el antiperonismo. Te puede interesar

Su propuesta radicalmente liberal ha seducido a un electorado abandonado por la clase política y que vive cada vez peor: inflación interanual del 115%, un tipo de interés del Banco Central del 118%, más de 18 millones de habitantes en situación de pobreza sin recibir prestaciones sociales, entre otros. Por esta razón el discurso frontal de Milei contra la “casta política parasitaria” ha conseguido penetrar incluso en los mayores bastiones del peronismo.

El gobierno es el vehículo al que aspiran a subirse todos los políticos para implementar sus promesas, pero para el anarcocapitalismo esta tarea se vuelve un tanto compleja. El anarcocapitalismo plantea la reducción a la mínima expresión del Estado, ya que el intervencionismo supone un continuo irrespeto a los derechos individuales. En la historia moderna no ha existido una propuesta política desde el anarcocapitalismo, porque hasta el momento no se había planteado viable el ideario de limitar las funciones del Estado a la seguridad ciudadana y la administración de la justicia.

Por esta razón, las propuestas de Milei pueden ser consideradas disruptivas u osadas, pero es una alternativa para ponerle fin a los abusos del sistema. Lo que propone es honestidad para administrar los recursos públicos, privatizar las empresas públicas, cerrar el Banco Central y dolarizar al país. Racionalmente estas maneras económicas podrían reducir el gasto público y procurar que los ciudadanos utilicen sus recursos de la mejor manera.

Puede ser que sus formas no sean siempre las más amables o elegantes, pero la realidad es que Milei ha calado en un porcentaje importante de argentinos. La gran pregunta es si este descontento que ha avivado se traduce en una real posibilidad para gobernar, dado que sería el despertar de una sociedad ante la corrupción y las políticas económicas del socialismo argentino que ha dominado ininterrumpido desde la restitución de la democracia en 1983, salvo durante los cuatro años de mandato de Macri.

Argentina está atravesando una de las crisis económicas más profundas y traumáticas de su historia. El desenlace de esta elección presidencial está lejos de haberse decidido, pero el terremoto político que nos ha traído este ciclo electoral en Argentina ya está sacudiendo la región y otras latitudes del mundo.